Con la llegada de la Cuarta Revolución Industrial, muchos trabajadores y empresarios nos preguntamos: “¿Tiene futuro mi empleo o el de las personas que dependen de mí?”. El economista Manuel Alejandro Hidalgo, en su libro ‘El empleo del futuro’, asegura que sí, si bien es cierto que habrá cambios relacionados con la forma de trabajar.
Según el diario ‘The Washington Post’, además de esa evolución tecnológica, habrá cambios en los salarios asociados a muchas profesiones. En un reciente estudio, ha analizado 11 industrias a base de monitorizar un gran número de profesiones. Algunas han bajado mucho y otras han subido otro tanto. ¿Hay un patrón?
Estos trabajos antes eran “buenos”
Hacia 1992, dedicarse a imagen y sonido era una apuesta segura. Quizá porque había pocos técnicos capaces de trabajar en un mundo en fase de digitalización, su salario era un 40% mayor que el salario medio. Hacia 2018, esta profesión se encuentra un 20% por debajo de la media actual. ¿Qué ha pasado? Como en cualquier análisis social, los factores son variados y dependientes unos de otros:
- Aumento considerable de la oferta de técnicos porque cada vez es más fácil estudiar.
- Dispositivos digitales más asequibles debido a la automatización y la economía de escala.
- Tecnología orientada al usuario que facilita la edición (cualquiera tiene un “estudio de grabación” en su móvil).
Junto a esta industria, hay otras que también han caído en picado en cuanto a sueldo. El almacenamiento y todos los puestos de trabajo relacionados han pasado de un +18% a un -6%, quizá porque la economía basada en objetos físicos está dando lugar a una economía digital y deslocalizada.
La industria de la elaboración de alimentos ha pasado de tener un sueldo por encima de la media a caer por debajo del -5%. Una de las razones es la facilidad con la que los trabajos de “cadena de montaje” se automatizan. Un robot selecciona manzanas del mismo tamaño más rápido y con menor coste.
¿Qué trabajos se han revalorizado (bastante)?
Hacia 1992 los comercios de electrónica y electrodomésticos eran casi vocacionales. La industria, de media, rondaba el -20% del salario medio estadounidense. Los dependientes de tiendas de componentes vivían muy por debajo del resto de vecinos. Dos décadas más tarde, su salario ronda un +15% comparado con la media. ¿Por qué?
En parte por la alta demanda de dispositivos y componentes de los mismos. El aumento en número de compras sigue respondiendo a la demanda de “usar y tirar” porque los electrodomésticos son cada vez más asequibles. Sin embargo, hacia 2020 avanzamos hacia una economía circular (si se rompe, arreglamos la pieza que falla) e incluso una cultura del prototipado. Y eso también requiere componentes.
Las ventas por internet basadas en tiendas online también pasan por una gran racha, con aumentos en todas las áreas de su cadena de valor; así como la industria de la salud (con énfasis en la privada), los servicios de atención primaria o los servicios financieros de crédito, entre otros.
Unos puestos laborales suben, y otros bajan
La demanda de conocimiento específico o de habilidades personales, la oferta de personas formadas o la automatización son tres de los factores que más inclinan la balanza para que una profesión aumente su salario o lo pierda. Y alguno de estos factores está relacionado de forma inversa.
Hay profesiones, como aquellas bajo el paraguas de la programación, cuya cuota de mercado y oferta laboral no deja de crecer y cuya demanda sigue aumentando. ¿El motivo? No se ha alcanzado un equilibrio entre estos dos factores. Quizá hacia mitad de siglo se invierta la tendencia. Lo cierto es que no lo sabemos con seguridad.
Sí sabemos que aquellos puestos de trabajo dependientes de habilidades manuales y rutinarias serán las más automatizadas. Esto ya lo decían Frey y Osborne, aunque hay que separar “puestos laborales” de “habilidades”. Si eres automatizable al 60%, no eres automatizable. Sí puede que tu salario baje.
O puede que suba, si has desarrollado tus habilidades sociales y críticas, y si desempeñas trabajos poco repetitivos. Estos últimos, unidos a aquellos que requieren habilidades abstractas (comprensión lectora, toma de decisiones, liderazgo…), tendrán una alta demanda.
El trabajo evoluciona con cada generación
Comentábamos en un artículo que las generaciones Y y Z están reinventando el mundo laboral. Junto a ellos, la digitalización y automatización están cambiando las profesiones. En un ejemplo cercano, un tendero necesitará adaptarse a la venta online y/o diferenciarse con productos y servicios de nicho.
Otro puesto de trabajo, más lejano para la mayoría de mortales, es el de CEO. Los antaño directores de empresa tomaban decisiones basadas en unos pocos datos y muchas intuiciones. Ahora usan paneles de control y métricas digitales que han reducido los objetivos largoplacistas de un año a varios meses.
Sus trabajos se llaman igual que hace varias décadas, pero las habilidades y conocimientos necesarios para ejercerlos han cambiado. Se suman requisitos y se restan otros. Ya no se pide a un arquitecto que dibuje a mano alzada (AutoCAD) y a los programadores se les enseña a buscar en librerías de objetos.
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