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5 tecnologías que cambiarán (y harán más eficiente) la industria alimentaria

Durante la historia de la humanidad, el hambre y la desnutrición han siempre sido unas de las primeras causas de mortandad. En tiempos, han arrasado países y devastado poblaciones enteras. Se calcula que en el último siglo y medio ha habido más de un centenar de hambrunas, y algunas han dejado millones de muertos. Sin embargo, en los últimos 70 años, como demuestra el ensayista sueco Johan Norberg en su libro ‘Progreso’, esta desgracia universal se ha controlado y hoy afecta a una parte relativamente pequeña de la población del planeta.

Según la FAO, en 1950 la mitad de la población mundial sufría desnutrición crónica y hoy está en algo más de un 10%. Más datos: en la primera década del siglo XXI, el hambre mató a 1,7 millones de niños, una cifra inasumible, pero un 60% menos que a mediados del siglo pasado.  

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Norberg recuerda en su libro que la popularización de los fertilizantes y también el desarrollo de cultivos de alto rendimiento han disparado la productividad en el campo, y por lo tanto han garantizado el sustento de una población mundial que durante siglos permaneció estable, pero que desde 1900 se ha multiplicado por cuatro y en cinco años podría superar los 8.000 millones de personas.

El aumento de la superficie de cultivo, pero sobre todo la aplicación de tecnología y la mejora de los procesos en la agricultura, son razones que han permitido soportar esta subida nunca vista de la población y de las expectativas de vida a lo largo y ancho del planeta.

Sin embargo, todavía quedan asuntos que solucionar. En los países avanzados la desnutrición crónica ciertamente está prácticamente erradicada, pero en África, sobre todo en la franja subsahariana, es una lacra que todavía sigue afectando al 20% de la población. Además, en la cadena alimentaria mundial hay todavía temas de seguridad y medioambiente pendientes de resolver.

Para remediar estos problemas, hay muchos desarrollos tecnológicos que siguen llamando a la puerta del sector agrícola y ganadero, más allá de los fertilizantes de nitrógeno o de los cultivos genéticamente modificados, que tanta controversia han suscitado a pesar de su poder para multiplicar la producción. Son desarrollos que tienen que ver con el cultivo propiamente dicho, pero también con la mejora de las cadenas de suministro para llevar los alimentos con garantías a las mesas de millones de familias y hogares.

A principios de febrero, investigadores de IBM presentaron en San Francisco cinco tecnologías que, según ellos, tendrán un gran impacto en el corto plazo de cinco años y que quieren aportar una solución a estos problemas.  Por eso llamaron al documento donde plasmaron sus propuestas “5 en 5”. Aquí van las conclusiones.

Granjas virtuales para dar con el cultivo adecuado

Muchos agricultores de todo el mundo pierden dinero o llegan a arruinarse debido a prácticas de cultivo y cosecha poco eficientes. En un futuro, no será una utopía imaginar un planeta en el que esté al alcance de cualquiera la información necesaria para decidir qué cultivo aplicar en cada caso.

Esta democratización de la información llegará de la mano de la inteligencia artificial y una solución conocida como digital twin, que permitirá usar grandes volumen de información para pronosticar con precisión el rendimiento de los cultivos. Digital twin sirve para hacer prácticamente todo lo que queramos en un entorno virtual y saber qué sucederá cuando lo pongamos en práctica con el activo físico real.

Ya empieza a utilizarse en la industria 4.0 para el desarrollo de prototipos, pero también servirá para crear granjas virtuales que permitan a los profesionales del sector compartir información, datos, materiales o reflexiones a nivel global que ayudarán a los agricultores a mejorar el rendimiento de sus cosechas.

Reduciendo desperdicios a base de blockchain

El blockchain está siendo adoptado por muchos sectores para crear modelos de transferencia de información muy seguros y sin intermediarios que agilizarán y harán más eficientes los flujos monetarios, el intercambio de energía, las reservas de vacaciones, los procesos de votación o la compra-venta de casas, por ejemplo.

Pero la cadena de bloques también será interesante para la industria alimentaria, que así podrá reducir el desperdicio alimentario. Dentro de cinco años podremos ser capaces de reducir significativamente los desperdicios de comida que se producen a lo largo de la cadena de suministro porque todos los participantes (agricultores, transportistas o supermercados) podrán saber de una manera clara, segura y totalmente trazable cuándo plantar, encargar o distribuir un producto. Además, el blockchain permitirá que los alimentos que llegan a las casas de los consumidores sean mucho más frescos.

Entendiendo a los microbios

Los expertos de IBM también predicen que en un lustro los inspectores de seguridad alimentaria de todo el mundo tendrán una nueva herramienta de trabajo: la capacidad de entender de un modo más exacto cómo coexisten millones de microbios en la cadena de suministro alimentario.

Algunos de estos microbios son saludables para el consumo humano y otros no, pero estos organismos están presentes en todos los sitios: alimentos, granjas, fábricas, supermercados. Tras secuenciar el genoma del microbioma, que es el conjunto de genes de los organismos microscópicos, los investigadores están desarrollando un nuevo sistema de análisis de seguridad alimentaria que permitirá, ayudado por soluciones de blockchain y análisis masivo de datos, identificar elementos peligrosos presentes en un alimento con un nivel de exactitud que evitará muchos casos de intoxicación alimentaria.

Se calcula que cada año las enfermedades transmitidas por alimentos tienen un coste médico que ronda los 9.000 millones de dólares y también deja 75.000 millones en pérdidas por retirada de productos del mercado. Según IBM, sólo en EE.UU. las enfermedades transmitidas por alimentos causan 128.000 hospitalizaciones y 3.000 muertes cada año. De esta manera, la seguridad alimentaria sería más proactiva que reactiva.

Sensores de bacterias para combatir la salmonella

En cinco años, los agricultores, las empresas que procesan alimentos y los supermercados, junto a sus millones de consumidores, podrán detectar de un modo muy sencillo si su comida tiene elementos contaminantes. Lo podrán hacer a través de un teléfono móvil o un dispositivo con sensores de inteligencia artificial (IA).

Los investigadores de IBM están creando sensores de IA potentes y portátiles que permitirán detectar patógenos transmitidos a través los alimentos, sea cual sea el lugar en el que puedan aparecer. Estos sensores de bacterias móviles podrían aumentar exponencialmente la velocidad de una prueba de patógenos, lo que permitiría detectar en cuestión de segundos, y no de días, la existencia de E. coli, una bacteria que puede producir diarreas peligrosas, o de la salmonella. De esta manera, los médicos podrían evitar la propagación de los brotes bacterianos.

El reciclaje del poliéster

El reciclaje del plástico es uno de los retos medioambientales que más acapara titulares en los últimos tiempos. La imagen de trozos de océano cubiertos enteramente por bolsas de supermercados ha entrado en el imaginario colectivo. Se calcula que, al ritmo que vamos, en 2050 habrá más toneladas de plástico que de peces en los mares del planeta. Por eso, la industria alimentaria ya está cambiando el chip para reducir el uso del plástico o conseguir materiales biodegradables para transportar la compra.

En IBM están convencidos de que el modo en el que eliminamos los residuos y creamos nuevos plásticos se transformará por completo en los próximos años. Desde los cartones de leche y vasos de yogurt a los paquetes de las galletas o los envoltorios para el jamón, todo será reciclable, y las empresas fabricantes de poliéster podrán aprovechar todos los residuos generados para convertirlos en algo útil.

Este cambio será posible gracias a innovaciones como VolCat, un proceso químico catalítico que convierte ciertos plásticos (los llamados poliésteres) en una sustancia diferente que puede ser utilizada directamente en las máquinas de fabricación de plástico para hacer nuevos productos.

Imágenes | iStock.com/Jevtic/Fotokostic/VichienPetchmai

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