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Mujeres y autónomas, un doble reto

Las mujeres autónomas siguen siendo una minoría en el colectivo de trabajadores por cuenta propia. Suponen un 35% del total, pero son las que están sustentando el crecimiento de este tipo de trabajadores en los últimos años.

Según el último informe realizado por la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos, en el año 2019 aumentaron en 14.123 las cotizantes en este régimen, mientras que los hombres solo lo hicieron en 266 afiliados.

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Si se analizan con una perspectiva más a largo plazo, los datos son incluso más evidentes. En la última década las mujeres autónomas han crecido en un 11%, con tasas que en los últimos años han superado el 1,5% anual. Mientras, el número de hombres han descendido en un 0,3%.

El principal problema de las mujeres autónomas no está en el arranque de actividad, sino en poder dar continuidad con su trabajo cuando aumentan las cargas familiares

Este crecimiento además se produce en todos los sectores, con un peso importante en la actividad comercial pero también en profesiones liberales, antes mayoritarias en los hombres, y muchas de estas relacionadas con las nuevas tecnologías.

Brecha en ingresos

A pesar de ello, las autónomas continúan con una importante brecha de ingresos. Es inferior a la de las trabajadoras asalariadas, pero se calcula que está en torno a un 15% o 20% con respecto a los hombres que ejerzan la misma profesión.

Esta diferencia está relacionada con las mayores dificultades que siguen teniendo las mujeres autónomas para conseguir recursos, especialmente financieros, para desarrollar o hacer crecer su negocio.

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Entre los factores explicativos de esta discriminación entre un proyecto igual presentado por una mujer y un hombre destaca las dudas sobre la continuidad de negocio. Las dificultades en la conciliación laboral y el abandono de proyectos por mujeres cuando aumentan sus cargas familiares siguen siendo un lastre muy importante. Así, tres de cada diez mujeres emprendedoras declaran que abandonan sus negocios por incompatibilidad con su vida personal.

Ayudas a las mujeres y autónomas: ¿son suficientes?

Las diferentes administraciones tienden por ello a ser más flexibles en determinadas ayudas, especialmente en la de maternidad, pero de momento parecen insuficientes.

Por ejemplo, se puede destinar la prestación de maternidad a contratar un trabajador que la sustituya. Pero el resultado es no recibir estos ingresos y perder cierto control del negocio. Al final, muchas autónomas se reincorporan a su trabajo rápidamente tras el parto o incluso cesan su actividad.

Para remediarlo, otra ayuda permite que las autónomas que hayan cesado su actividad puedan disfrutar de la tarifa plana para regresar al trabajo sin esperar los plazos ordinarios. Son medidas positivas, pero parece que aún quedan muchos pasos por dar. Sí hay un factor que está mejorando la entrada de la mujer en el sector del trabajador por cuenta propia: los cambios tecnológicos, al igual que buscar soluciones más flexibles y colaborativas.

Pilar, copropietaria de un centro de estética

El comercio ha sido tradicionalmente el principal sector con trabajadoras autónomas. Es el caso de Pilar, que regenta una peluquería en un barrio a las afueras de Madrid desde hace solo tres años. Antes era asalariada, pero con otras dos amigas decidieron ‘independizarse’ y montar un negocio propio. Ser todas mujeres es para ella un factor muy importante para la marcha de su negocio: “Nos entendemos, nos apoyamos y nos cubrimos”.

Aún así es duro; más de una vez ha tenido que llevar a sus hijos al trabajo si han estado enfermos y, por la tarde, hacen los deberes en la trastienda. Los sábados sí es su marido quien les atiende en exclusiva. A pesar de ello, cree que tiene más ventajas en conciliar la vida profesional que cuando era trabajadora: “Si se ponía malo un hijo y tenía que ir al colegio, me miraban mal”.

También destaca las ayudas para crear su negocio por ser mujer, aunque señala que terminadas estas, siente un poco de “abandono”.

Marga, comercial de laboratorios

La flexibilidad es también importante para Marga. Es autónoma comercial y vende productos dermatológicos de un laboratorio por farmacias de diferentes zonas de España. “Yo me marco los objetivos y organizo mi agenda, lo que me permite compaginar mi vida familiar y social mejor”, comenta.

Aún así, no todo es perfecto. Si está cerca de casa, la flexibilidad es posible, pero también cubre zonas más alejadas, pernoctando fuera, y es cuando se produce el problema. “Si no fuera por mi familia, por mi marido y, especialmente por mis padres que se quedan con los niños, duermen en su casa y los llevan al colegio, sería imposible”.

Silvia, diseñadora gráfica

Silvia no tiene cargas familiares, pero ha encontrado en el trabajador autónomo la respuesta a compaginar trabajo con el resto de su vida, aunque su razón para lanzarse en este complicado mundo fue la falta de empleo. Tras concatenar algunos contratos cortos y estar mucho tiempo parada, decidió crear su web y lanzar sus servicios. El principio, aunque tuvo una pequeña ayuda, fue muy duro, pero ya tiene una pequeña cartera de clientes propia.

“Aunque soy flexible y puedo hacer un trabajo incluso en la playa, intento ser rígida en los horarios. Muchas personas se creen que ser autónomo es estar disponible las 24 horas de cualquier día”, señala Silvia.

Aunque no se plantea en este momento tener familia, cree que ante falta de ayudas efectivas soluciones como el teletrabajo ayudarán a que las mujeres autónomas en sectores como el suyo puedan compatibilizar vida personal y laboral.

Imágenes | Pexels Andrew Neel / Adobe Stock Flamingo Images  pressmaster y Antonioguillem

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