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Alberto Cabanes (Adopta un abuelo): “Hay muchísimos inversores que prefieren invertir en empresas que tendrán un retorno social”

A Alberto Cabanes le cambió la vida cuando conoció a Bernardo, un compañero de residencia de su abuelo, y decidió dejar su trabajo para fundar Adopta un abuelo.

La startup es un programa intergeneracional de compañía para la tercera edad en el cual los jóvenes voluntarios aprenden valores y experiencias de los mayores. Desde que Verónica (26 años) ‘adoptó’ a Rosario (94), su primera acción, Adopta un abuelo no ha dejado de crecer y ha sido reconocida con más de 20 premios en Innovación Social.

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En la carta del fundador, explica que cuando conoció a Bernardo era “un millennial con una American Express, traje, corbata y vistas desde una planta 40 en el distrito financiero de Madrid”. ¿A qué se dedicaba cuando fundó Adopta un abuelo?

Yo trabajaba como auditor de cuentas, aunque siempre he sido muy emprendedor. En mi proyecto final de carrera monté una startup para mi proyecto final de carrera, aunque fue un fracaso absoluto. Sin embargo, Bernardo despertó una chispa en mí. Cuando monté Adopta un abuelo recibí un panfleto de un curso de una generadora de startups que me cambió absolutamente, ya que pasé del traje y corbata a unirme a diez emprendedores los viernes por la tarde y sábados por la mañana y descubrir que existe otro mundo. Durante los ocho meses que duró el curso aprendí muchísimo y apliqué los conocimientos a mi proyecto. Una vez lancé el programa en Ciudad Real y más tarde en Pamplona y Granada, se volvió viral y entonces me dije a mí mismo: “yo no soy consultor, soy emprendedor y tengo que dedicarme a esto en cuerpo y alma porque además es supernecesario”.

En la misma carta comparte que el proceso de arrancar no fue nada fácil y que requirió de varios sacrificios por su parte. ¿En qué momento se dio cuenta de que era un proyecto viable y sostenible?

Soy muy cabezón. Cuando tienes un colectivo como el de los mayores, que yo los llevo en el corazón, y veo que se pueden tomar acciones al respecto, ya no puedo parar. En 2016 dejé mi trabajo y finiquité mis ahorros, pedí un préstamo, vendí mi coche… Fue muy complicado, pero me hizo más fuerte. A partir de 2017 me centré en hacer de Adopta un abuelo un modelo de negocio sostenible y en 2018 levanté una primera ronda de inversión que lo cambió todo.

Hay muchísimos inversores que prefieren invertir su dinero en empresas que saben que no solo van a tener un retorno financiero, aunque sea menor, sino que además tendrán un retorno social.

Alberto Cabanes, Fundador de Adopta un abuelo

En un artículo publicado en ‘Business Insider’ explica que optó por el método lean startup para validar su hipótesis de negocio. ¿En qué consiste esta metodología?

Es un método muy extendido entre los emprendedores que aprendí leyendo el libro ‘El método Lean Startup’, de Eric Ries, y a través del curso que hice con la Fundación Caja Rural, que se centraba mucho en las primeras etapas del emprendimiento y en ir validando, mediante experimentos, una hipótesis, que bien pivotas hacia otras soluciones o perseveras en la misma dirección. Lo seguimos aplicando cada vez que queremos lanzar un nuevo servicio.

¿Por qué cree, como bien dice en su web, que de los 360.000 mayores que viven en residencias, solo un 40% aproximadamente reciben visitas de sus familiares/amigos?

Existen varios motivos que explican estas cifras. Primero, por la mala conciliación entre la vida laboral y la familiar, lo que dificulta visitar a tu abuelo o abuela en una residencia; segundo, porque muchos nietos ya no viven en las mismas ciudades que sus mayores, y la tercera es que antes el cuidado de los mayores recaía sobre todo en las mujeres, pero con su incorporación al mundo laboral, esto ha cambiado.

Uno de sus objetivos es demostrar que los modelos híbridos entre ONG y empresa pueden funcionar. Con respecto a los inversores, ¿cree que todavía existe la percepción de que las startups sociales no son rentables?

Absolutamente. Cuesta atraer inversores porque el sector no está muy desarrollado y porque existe la percepción de que una empresa social es una ONG. La esencia de una empresa tradicional es ser lo más rentable posible, mientras que en el emprendimiento social prima el impacto que tienes sobre tus beneficiarios. Esto no quiere decir que una empresa social no deba ser rentable, ni pagar sueldos acordes al mercado. También te digo que hay muchísimos inversores que prefieren invertir su dinero en empresas que saben que no solo van a tener un retorno financiero, aunque sea menor, sino que además tendrán un retorno social.

¿Cómo se dan a conocer entre la gente mayor?

Tenemos un montón de convenios con residencias de mayores. Nuestro departamento de trabajo social habla directamente con los terapeutas ocupacionales y vemos qué personas podrían participar en el programa. Los mayores que lo hacen reducen sus índices de depresión y participan más en otras actividades que organizan los centros. 

¿Podría compartir algún ejemplo de la relación entre abuelo y voluntario que le haya sorprendido gratamente?

Una de las historias más bonitas es la de Antonia, una señora de Córdoba de 90 años cuyo mayor deseo era aprender a leer y cómo Charo y Paloma, sus voluntarias, le enseñaron.

Parte del proceso de registrarse como voluntario en Adopta un abuelo consiste en un test de compatibilidad para asignarle un abuelo. ¿En qué consiste? 

En la web tenemos opciones sobre gustos, aficiones, intereses, edad… Un algoritmo los filtra y en función de afinidades encontramos al joven que mejor se adapta al abuelo y viceversa. 

¿Cómo han adaptado  a la pandemia las visitas a los abuelos y actividades como ‘abuelos foodies’ o ‘mi abuelo es la caña’?

La ventaja de ser una startup es que vives en la incertidumbre. Lo que hicimos fue crear un sistema de llamadas y videollamadas y hemos adaptado toda nuestra actividad presencial al online. En cuanto se levanten las restricciones y estemos todos vacunados ya volveremos a organizar estos eventos superdivertidos que hacíamos, sobre todo los voluntariados recurrentes. 

Los mayores que participan en el programa reducen sus índices de depresión y participan más en otras actividades que organizan los centros

Alberto Cabanes, Fundador de Adopta un abuelo

¿Qué tal se han adaptado los mayores?

Sorprendentemente bien. A los abuelos que no son tecnológicos les hemos acompañado a través de nuestro sistema de llamadas, que es totalmente seguro. Muchos otros han hecho un cursillo rápido de tecnología durante la pandemia para no perder el contacto con sus familiares y aprender a manejar internet.

¿Cuántos abuelos y voluntarios están registrados y en cuántos municipios?

Operamos a nivel nacional. Incluso tenemos voluntarios de México que acompañan a abuelos de Elche (Alicante). Ya hemos superado las 40.000 horas de acompañamiento realizado a más de 3.000 abuelos y tenemos más de 200.000 voluntarios registrados. 

Imágenes | Cedidas por Adopta un abuelo

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