Empresa

¿Y si el teletrabajo nos ayudase a sobrellevar la inflación?

La pandemia disparó el teletrabajo por las restricciones que impuso a los movimientos y, lo que parecía un cambio estructural en el mercado laboral, se ha ido diluyendo conforme ha ido perdiendo fuelle la COVID-19. Sin embargo, ahora son otros los factores que están impulsando volver a instalar la oficina en casa: la escalada de precios de la energía, la imparable inflación y el probable corte de suministro de gas por parte de Rusia.

Las oportunidades del teletrabajo, a revisión tras dos años de pandemia

A principios de agosto, el Gobierno incluía en su primer paquete de medidas de eficiencia energética una petición a administraciones y grandes empresas: que instaurasen el teletrabajo para ahorrar energía. “Un teletrabajo que nos permita concentrar los horarios, la presencia, ahorrar en los desplazamientos y en los consumos térmicos de los edificios”, explicaba la vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, en una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Y lo cierto es que cada vez más empresas están recuperando el trabajo a distancia como inesperado aliado contra la inflación.

Aliviar la economía de los asalariados

Por un lado, la cronificación del alza de los precios y la contención de los salarios está mermando la capacidad de compra de los españoles, que demandan mayores sueldos, lo que augura una etapa de conflictividad entre patronal y sindicatos en los próximos meses.

Conceder a los empleados el teletrabajo no solo puede aliviar su economía, eliminando o reduciendo los gastos que suponen sobre todo los viajes largos en coche y los de comida, cafés, aperitivos, etc. También esta opción puede hacer que sean menos exigentes con el salario. Y es que generalmente el home office es visto como una forma de recompensar a los empleados, sobre todo por la posibilidad que da de gestionar mejor las esferas laboral y personal, frente a la presencialidad total. Un factor diferencial para generar más compromiso y satisfacción entre los asalariados sin necesidad de tocar sueldos.

Más aún si tenemos en cuenta que con la nueva ley del teletrabajo, cerrada tras un acuerdo entre los representantes de los empresarios y los trabajadores en 2021, las empresas deben correr con los gastos individuales que supone la actividad en remoto -electricidad, equipo, calefacción, refrigeración…- si se está en esta modalidad más del 30 % del tiempo de trabajo, computado en un período de referencia de tres meses. No obstante, los sindicatos alertan de que la compensación obligatoria de los gastos en muchos casos no se está cumpliendo, sobre todo en las empresas de menor tamaño.

Reducir los costes de las empresas

Por otro lado, tener a muchos empleados teletrabajando hace que las empresas reduzcan sus costes en suministros como electricidad, agua y gas, internet, alquileres, mantenimiento, limpieza… No solo eso, los beneficios también vienen por el hecho de que los trabajadores son más productivos, pues al haber menos distracciones y pérdidas de tiempo causadas por compañeros o continuas reuniones, son capaces de realizar sus tareas más concentrados. 

Además, al aumentar la satisfacción del empleado, que normalmente gestiona y adapta su jornada dentro de un modelo flexible que se basa en objetivos y no en horarios, se da un menor absentismo laboral. Esto impacta directamente en la rotación de plantillas, lo que facilita la retención del talento

De hecho, las ventajas del trabajo a distancia están llevando a grandes compañías a reconsiderar sus oficinas y espacios de trabajo compartidos. Así, el gigante tecnológico Amazon, que ya ha finalizado la construcción de cinco torres en Bellevue (Washington), postergará la de una sexta, justamente para reevaluar la planificación de sus ecosistemas laborales ante los nuevos modelos.

¿Consolidación de un modelo?

Antes de la pandemia, el trabajo a distancia era anecdótico en España; la COVID-19 lo disparó y, tras la crisis sanitaria, ha ido ganando terreno el teletrabajo ocasional, es decir, el que ocupa menos de la mitad de la jornada semanal. De hecho, el porcentaje de ocupados que trabajaban más de la mitad de los días desde su domicilio en nuestro país pasó del 4,8 % en 2019 al 10,8 % tras la irrupción del coronavirus. En 2021 descendió hasta situarse en el 9,5%, según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). 

Ahora queda por ver si, cuando la inflación remita y la situación económica mejore, salvo nuevas turbulencias, el panorama resultante sirve para consolidar definitivamente el modelo del trabajo a distancia o, por el contrario, la mayoría de las empresas vuelven a preferir la fórmula tradicional de ir y volver de la oficina

Imágenes: Jan Baborák (Unsplash) | Yasmina H (Unsplash) | Copernico (Unsplash)

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