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Así será el mercado laboral español en 5 años

El mercado laboral en España se encuentra en plena transformación. La ola de digitalización en las empresas está cambiando las necesidades y los perfiles que se requieren. Y avances como la inteligencia artificial y la robotización pueden poner fecha de caducidad a profesiones que se creían eternas, como las de abogado, periodista, médico o transportista. 

Los empleos con teletrabajo más cotizados

Desde la pandemia también ha saltado por los aires una creencia tan arraigada como la de que el presencialismo es el único esquema factible. En estos tres últimos años, se ha demostrado que tener a una buena parte de la plantilla teletrabajando no solo es viable, sino que incluso puede tener muchas ventajas.

El futuro del empleo también se ve amenazado por fenómenos globales de nuevo cuño como la gran dimisión, que está haciendo que muchos empleados en todo el mundo (aunque no tanto en España) estén renunciando a sus trabajos por los bajos salarios y por estar insatisfechos en general con las condiciones que les ofrecen. 

Otro nubarrón para la estabilidad del mercado de trabajo es el de la demografía. España es un país envejecido, con plantillas que en general también están envejecidas, sobre todo en el sector público. Y lo más probable es que este problema se agudice en las próximas décadas, lo que pone en peligro el relevo generacional en muchas empresas, salvo que la política migratoria cambie radicalmente en el medio plazo. 

Radiografía del mercado laboral en España

Gi Group Holding, una firma italiana especializada en reclutamiento de candidatos, ha elaborado un informe para saber cómo será el mercado laboral en España dentro de cinco años. Para ello preguntó a más de 2000 personas de entre 18 y 65 años de edad de todo el país. La conclusión más llamativa es que el presencialismo laboral, esa idea de que hay que fichar en la oficina de 9 a 18 horas, y de lunes a viernes, tiene los días contados. 

Casi la mitad de los encuestados piensa que ha cambiado la cultura empresarial y ya no se le va a dar tanta importancia a la presencialidad, sino a la productividad. En este sentido, el 54 % de los encuestados considera que el trabajo híbrido será la forma más habitual de operar en los próximos años. Y un 27 % asegura que lo normal será el teletrabajo. 

Por si eso fuera poco, casi la mitad de los trabajadores españoles (49 %) afirma que la semana laboral de cuatro días será una práctica totalmente generalizada dentro de un lustro. Hoy es una rareza y todos siguen con atención la experiencia de empresas pioneras en poner en marcha este nuevo formato, como la firma de moda Desigual, el fabricante de software DelSol o la firma de cáterin La Francachela. 

Otra conclusión de la encuesta es que más de la mitad de los trabajadores españoles no se ve hoy preparada para los cambios que están por llegar. Como es comprensible, son los jóvenes entre 18 y los 24 años quienes más confían en su preparación. Sin embargo, a mayor edad, más crece el escepticismo sobre la capacidad para atender las

necesidades futuras. Esta falta de preparación también será un problema para las empresas. Así, casi el 86 % de los encuestados considera que las compañías tendrán dificultades para encontrar empleados cualificados a la altura de 2028.

La amenaza de la inteligencia artificial

Asimismo, los españoles son conscientes del impacto que tendrá la revolución tecnológica en los puestos de trabajo. Nueve de cada 10 encuestados afirman que en 2028 habrá puestos que todavía no existen. Y tres de cada cuatro piensan que las tareas más rudimentarias y repetitivas serán sustituidas por la inteligencia artificial. Aunque muchos no ven esta llegada masiva de la tecnología a las empresas como una amenaza, sino como una buena noticia. De hecho, el 76 % asegura que esto hará que las oportunidades laborales sean mayores que en la actualidad.

Eso sí, algunos problemas de siempre del mercado laboral en España persistirán en el próximo lustro, de acuerdo con la encuesta. Así, la mitad de los consultados afirma que, dentro de cinco años, la elevada tasa de desempleo y la precarización del trabajo juvenil seguirán siendo las principales barreras de acceso profesional. 

Preguntados por el sector que más empleo creará, los españoles no tienen dudas al respecto: el tecnológico es el más mencionado. A continuación se sitúa el comercio y la logística. Sobre la tecnología y sus efectos en el mercado de trabajo precisamente se detiene el informe. Así, más del 40 % de los españoles asegura que las empresas sustituirán plantilla por tecnología, mientras que el 39 % considera que las compañías solo incorporarán trabajadores especializados.

En este escenario, los empleados que más sufrirán serán los sénior. Un 40 % de los encuestados considera que los trabajadores más veteranos podrían perder su empleo por el avance acelerado de la informática, al necesitar más tiempo que los jóvenes para adaptarse a los cambios. De hecho, para el 58 % de los encuestados la soft skill (habilidad blanda) que más se requerirá por parte de las empresas en los próximos años será la capacidad de adaptación al cambio, y casi el 77 % piensa que no adaptarse a las nuevas tecnologías podría ser causa de despido dentro de cinco años.

¿Quién debe sufragar la formación?

Que la tecnología está cambiando el tipo de trabajo, las tareas y las habilidades que

las empresas requieren de sus empleados es algo que nadie pone en duda ya. Pero la divergencia de opiniones llega cuando se intenta determinar sobre quién recae la responsabilidad de mejorar esas habilidades. 

Casi ocho de cada 10 españoles piensa que las compañías deberán apostar por mejorar las habilidades de sus empleados para seguir siendo competitivas. Un 59 % de los encuestados tiene claro que en 2028 la responsabilidad formativa dependerá de ambas partes: los empleados y la empresa. Y un 33 % sostiene que ese peso debe recaer exclusivamente en la empresa.

En este sentido, más del 90 % de los españoles considera que las empresas deben apostar por la formación continua y personalizada para que los empleados puedan adaptarse a estos cambios, así como establecer formas de trabajo más flexibles y colaborativas.

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