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‘Open data’: el futuro de las ciudades se escribe en ceros y unos

Las ciudades están llamadas a ser protagonistas en un mundo, por primera vez, verdaderamente global. Las grandes urbes del planeta ya son responsables del 60% de la actividad económica mundial.

Y su peso no dejará de aumentar en las próximas dos décadas, según el pronóstico de Oxford Economics. El destino de la Tierra se dirimirá desde puntos geográficos que concentrarán la mayor parte de la población. Y la tecnología y los datos tienen mucho que decir en este futuro.

El mundo se urbaniza. Tanto es así que más de la mitad de la población mundial ya vive en un 2% del territorio”, explica el asesor Antoni Gutiérrez-Rubí en su libro ‘Smart Citizens’. “La gestión local decide y decidirá, cada vez más, el horizonte global. Es lo que se conoce como glocalización […] Los desafíos que supone la urbanización son nuestros y urgentes. Inaplazables”.

Ante estos desafíos, las distintas administraciones han empezado a descubrir el potencial de los datos, sobre todo si son abiertos. Los distintos gobiernos tienen la capacidad para compartir todo tipo de información pública con los ciudadanos de forma que esta pueda ser utilizada y reutilizada. El open data parece ser el camino para convertir los datos de las ciudades y los países en algo útil.

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Así es el papel reservado al ‘smart government’ en la construcción de las ‘smart cities’

Datos abierto, gobierno abierto

“El papel de las políticas de gobierno abierto es, en términos generales, introducir una nueva forma de gestionar los asuntos públicos por parte de las administraciones. Esta relación entre instituciones y ciudadanos se debe basar en la transparencia, la rendición de cuentas [accountability] y la participación. Y su objetivo es promover una mayor satisfacción de los ciudadanos y mayor confianza de estos hacia sus gobernantes”, explica Javier de Vega, responsables de comunicación de Civio.

Para el directivo de esta fundación ciudadana que persigue la transparencia de las instituciones, el open data es esencial para el open government y el buen gobierno de las ciudades y los países. Fue Tim Berners-Lee, padre de internet, quien impulsó el movimiento por los datos abiertos a nivel mundial hace ahora una década.

Según su paper ‘Putting Government Data online’, poner los datos de las instituciones online, disponibles de forma pública, tiene tres grandes beneficios:

  • Aumentar la conciencia ciudadana y el conocimiento sobre las funciones del gobierno.
  • Difundir información valiosa sobre y para el mundo.
  • Permitir que el gobierno, el país y el planeta funcionen de manera más eficiente.

Para lograrlo, sostienen desde el movimiento Open Data Government, fundado en 2007, los datos públicos deben cumplir ocho principios.

“La liberación de datos públicos es fundamental: los datos que las administraciones recogen tienen un enorme valor, y nos pertenecen a los ciudadanos que costeamos su recogida y almacenamiento con nuestros impuestos. Algunos de ellos pueden contribuir al desarrollo económico, otros tienen un valor cultural”, añade Javier de Vega, de Civio.

¿Qué puede hacer la administración con los datos?

“El papel de los datos en la transformación de las ciudades y ciudadanos del futuro inmediato será clave y deberemos encontrar nuestro propio camino a medias entre las visiones más optimistas y las más pesimistas para definir entre todos qué entendemos como el nuevo paradigma de las smart cities”, explican desde la web de datos abiertos del Gobierno de España.

Pero, ¿para qué pueden utilizar las administraciones los datos abiertos? Desde el Open Data Institute (ODI) lo tienen claro: para rediseñar los servicios públicos y entregarlos de forma más eficiente. En definitiva, para servir mejor a los ciudadanos. Analizando casos concretos de ciudades de Reino Unido y Estados Unidos, el informe de ODI señala beneficios concretos.

  • Las ciudades usan los datos abiertos para mejorar el acceso a los servicios por parte de ciudadanos u organizaciones.
  • Las administraciones utilizan los datos abiertos para planificar mejor la prestación de servicios públicos y ganar en eficiencia en los procesos adjudicatarios, beneficiando a empresas y trabajadores públicos.
  • Los gobiernos usan el open data para formular sus políticas y adaptarlas a los desafíos reales de la población.

“Los gobiernos podrían sacar mucho más partido de los datos abiertos en términos de transparencia y modernización. Por ejemplo, Reino Unido no solo publica su Registro Mercantil de forma gratuita, completa, descargable en su totalidad y con licencia abierta por defecto, sino que además incluye los nombres de los dueños y beneficiarios reales de las empresas para sacar a la luz empresas pantalla y dificultar la corrupción”, explica Javier de Vega, de Civio.

El caso concreto: Barcelona

En España hay multitud de plataformas de open data que, a distintos niveles administrativos, persiguen el desarrollo del gobierno abierto. Sin embargo, al boom de plataformas experimentado hace dos años, le ha seguido una lenta evolución hacia los principios del open data government. El artículo ‘Open data quality metrics: Barcelona open data portal case’, publicado en marzo de 2018, analiza esta evolución en el caso de la capital catalana.

El portal de open data de Barcelona fue pionero en España. Hoy cuenta con más de 400 data sets sobre territorio, población, servicios urbanos, administración pública y economía y empresa. Se incluyen, por ejemplo, series históricas sobre visitantes o uso de transportes urbanos o el detalle de todos los equipamientos sociales de la ciudad. Sin embargo, todavía le queda un largo camino para alcanzar los ocho principios del movimiento open data government.

Según el estudio publicado en 2018, la mayor parte de datos disponibles en la plataforma no están semantizados ni estandarizados. También se observa que las categorías que más interés ciudadano suscitan son ciencia y tecnología, sociedad y bienestar y urbanismo e infraestructura. No solo eso, sino que el interés por las categorías aumenta cuando los datos están correctamente geolocalizados. Por último, a mayor frecuencia de actualización de los datos, aumenta también el interés.

Como explican desde el Ayuntamiento de Barcelona, buena parte del foco en open data está, en la actualidad, en potenciar su uso. Iniciativas como Repte Barcelona Dades Obertes, que prepara su segunda edición para 2019, buscan potenciar el trabajo con datos abiertos entre los alumnos de 3º y 4º de ESO y de ciclos formativos.

“Ciudadanos y empresas deben poder sacar el máximo partido de los productos y servicios prestados a través de la reutilización de información pública. El proyecto Open Data BCN facilitará la reutilización de los recursos ofreciendo la información adecuada de forma procesable automáticamente, habilitando la eficiencia del procesamiento a través de las últimas tecnologías, a ser posible siguiendo los estándares y protocolos más populares en cada uno los sectores”, explica Francesca Bria, comisionada de Tecnología e Innovación Digital de la Ciudad Condal.

En todos estos procesos, “la tecnología es muy importante, y no únicamente para establecer canales de interlocución y participación entre los ciudadanos y las instituciones, sino también para procesar las enormes cantidades de las que estamos hablando y facilitar su consulta y su comprensión”, añade Javier de Vega.

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Gobernar el open data

Los datos son un recurso inagotable para las ciudades y su ecosistema, incluyendo empresas y ciudadanos. Los datos, además, no solo proceden de las propias instituciones, sino que una gran parte tiene origen en las actividades de los habitantes y en las redes de telecomunicaciones. Gobernar esta marea de ceros y unos no parece tarea fácil. Para Antoni Gutiérrez-Rubí, existen cuatro claros desafíos que marcarán el futuro:

  • Lograr la trazabilidad plena de los datos. Es decir, saber qué se hace y qué se consigue con los datos una vez liberados.
  • Asegurar que los datos están disponibles para todos de forma casi inmediata para poder reutilizarse libremente y de forma transparente.
  • Preparar a las administraciones para trabajar con todo tipo de datos, desde el small data generado por los ciudadanos hasta el big data de las grandes redes de telecomunicaciones.
  • Mejorar la confianza de la ciudadanía en los datos abiertos. Reforzar la seguridad y la privacidad es clave, así como demostrar la utilidad de diseñar los servicios públicos bajo una óptica abierta.

“En el fondo, de lo que estamos hablando es de cambiar el punto de vista. Entender que lo que genera valor no son los datos, sino las personas que trabajan con ellos y las nuevas soluciones que se imaginan de retos y procesos al disponer de nueva información que les abre o mejora la perspectiva”, concluye Gutiérrez-Rubí.

Los datos, en conjuntos grandes y pequeños, de origen institucional, empresarial o ciudadano, tienen la capacidad de producir cambios en la sociedad. La información sobre lo que sucede a nuestro alrededor es la herramienta necesaria para responder a los desafíos del presente y del futuro.

Imágenes | Pxhere, iStock

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