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El papel del pequeño comercio en la sostenibilidad del mundo rural

El comercio juega un papel importante en la sostenibilidad del mundo rural. De hecho, es un factor de equilibrio que da sentido al sector primario. Con ello, se logra fijar la población y generar mayor armonía entre las diversas actividades rurales y también con el entorno natural.

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La prospección del pequeño comercio

Las últimas décadas han supuesto un salto gigantesco en tecnologías para el sector primario. Las actividades pueden desarrollarse hoy de formas inimaginables hace unos años. La cuestión está en trazar los nuevos caminos: en qué medida deben conservarse prácticas antiguas y en qué medida hay que introducir innovaciones.

Y la realidad es que las respuestas no suelen ser sencillas ni universales. Lo que en un pueblo puede funcionar, quizá en otro próximo no tenga demasiado sentido. Hay que probar, comprobar, aprender, refinar las actuaciones…

Sin embargo, la mayoría de las actividades primarias están muy atomizadas. Más allá de algunas grandes explotaciones, el sector se caracteriza por muchos pequeños ganaderos, agricultores, silvicultores, acuicultores, pescadores, mariscadores, etcétera. Únicamente, la minería se concentra un poco más. Y, en esas condiciones, la visibilidad es fundamental.

Es aquí donde el comercio juega un papel crucial. Debe ser el intérprete que traduzca las necesidades del consumidor al lenguaje del productor primario. Al mismo tiempo, debe ser capaz de señalar mercados potenciales a los buenos productores primarios. En definitiva, su labor es de búsqueda y emparejamiento.

En ese sentido, el pequeño comercio tiene una especial importancia. Actúa como una red con miles de ‘radares’, capaz de detectar buenas oportunidades en multitud de contextos. Incluso sirven para encontrar y prestigiar a proveedores punteros, que luego pueden serlo también de otros pequeños establecimientos y del gran comercio.

Además, el pequeño comercio busca las mejores soluciones teniendo en cuenta toda la cadena de intermediarios. Intenta encontrar las fórmulas para que los costes de las transacciones se minimicen.

Qué aporta el comercio al pequeño productor primario

La relación cliente-proveedor que establecen aporta al productor del sector primario distintos tipos de ventajas:

  • Clarifica la logística y distribución. Se trazan calendarios de entrega, procedimientos de embalaje, condiciones de exposición en las tiendas, etcétera. Además, se buscan las soluciones de transporte más eficientes que aúnen costes contenidos y garantías de seguridad.
  • Facilita tomar decisiones sobre el tamaño de las explotaciones. La demanda de mayoristas o comercios minoristas que hacen pedidos regulares contribuyen a precisar mejor cuántos medios materiales o humanos es conveniente mantener.
  • Pueden colaborar en campañas de promoción. Incluso muchos comercios refuerzan conjuntamente la marca de toda una categoría de proveedores del sector primario. Por ejemplo, algunos comercios han destacado por su apuesta por pequeños productores de proximidad.
  • El diálogo entre comercio y productor primario sirve para que estos últimos sean conscientes de qué es lo que funciona. En la era de los datos, los comercios poseen muchos sobre la reacción del consumidor final y de todos los intermediarios de la cadena.
  • El comercio puede aportar, en algunos casos, formación y asesoramiento a sus proveedores del sector primario.

El beneficio en sostenibilidad del mundo rural

Con frecuencia, los estándares de los mercados internacionales de materias primas marcan condiciones no siempre sencillas de cumplir en el largo plazo. En la agricultura y la ganadería, por ejemplo, suele implicar un empleo muy intensivo de maquinaria y productos químicos, no siempre beneficioso para el medio natural.

La apuesta por formas particulares de producir da una oportunidad clara a la sostenibilidad. En general, suele primar la búsqueda de mayor calidad y mejoras en trazabilidad. Se busca una mayor armonía entre el producto y el entorno en el que se desarrolla. Es habitual que, como consecuencia, haya una mayor sostenibilidad.

Ahí es donde la apuesta de comercios concretos permite dar sentido a los cambios. Sin clientes estables, sin establecimientos que vendan sus productos, esa labor sería imposible. Financieramente, sería muy arriesgado emprender un sendero hacia la sostenibilidad.

En particular, los comercios aportan una señalización de gran valor. Con frecuencia, el cliente final es incapaz de distinguir un producto social y ambientalmente sostenible de otro que no lo es. Puede que le falte formación, información hábitos o destrezas que el comerciante sí tiene. Este puede no solo saber dónde está el producto sostenible, sino que también debe conocer cómo hacerlo llegar y a qué segmentos dirigirse.

Además, hay un efecto en la industria y artesanía rurales. Los comercios social y ambientalmente responsables favorecen el desarrollo de una industria agroalimentaria, textil, de materiales de construcción, etcétera, que también tiene esos objetivos como prioridad.

Por lo tanto, el comercio actúa como un sistema de anclaje entre la realidad de los entornos rurales y urbanos. Sin su trabajo especializado, las condiciones de producción del sector primario serían estándares difíciles de armonizar con las más variadas circunstancias de cada pueblo.

Imágenes | Elaine Casap, Hristina Šatalova, Jacek DylagDenis Agati en Unsplash

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