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Reyvarsur: de Sevilla al mundo dispensando cerveza (y ahora también gel hidroalcohólico)

Dicen los expertos que la cerveza no se termina cuando sale de la fábrica, sino cuando se sirve. En ese proceso, tan importante como la mano de quien la tira es una buena regulación de los grifos, en cuanto a presión y temperatura, para ofrecer la mejor caña, con su justa capa de crema para que no pierda fuerza ni frescura. De eso saben mucho en la empresa sevillana Reyvarsur, cuyos grifos llevan años repartiendo cerveza por toda España y parte del extranjero.

Capitaneada desde 2011 por una mujer, esta compañía familiar facturó siete millones de euros y empleó a 75 personas en 2019. Ahora se reinventa para amortiguar el impacto causado por el coronavirus en la hostelería. Y lo hace comercializando dispensadores de gel hidroalcohólico de gran capacidad.

españa país de la cerveza

Radiografía al mercado de la cerveza: dónde y cómo se toma

La historia de éxito de la empresa comenzó a escribirse en 1974 cuando Juan Corbalán, que se había mudado de Madrid a Sevilla por amor, fundó Reductores y Variadores del Sur, dedicada a la fabricación de elementos de transmisión mecánica (motores eléctricos, reductores de velocidad, frenos y embragues, etc.). A los pocos meses intervino en la resolución de una incidencia técnica en la fábrica de la Cruz del Campo -productora de Cruzcampo- y a partir de ahí comenzó a trabajar en labores de mantenimiento y puesta a punto de la maquinaria de la cervecera.

Fue entonces cuando su visión empresarial le llevó a aprovechar la coyuntura y abrir una segunda línea de negocio, la del dispensing, con la cerveza como protagonista, hoy la más rentable. “Representa el 65% de la facturación, frente al 35% de la de transmisión”, cuenta Paola Corbalán, hija de Juan Corbalán y actual CEO. Gracias a esta línea, Reyvarsur ofrece todo tipo de soluciones -grifos, mangos, reguladores de presión, enfriadores, serpentines, etc.- para la dispensación de bebidas embarriladas como cerveza, agua, vino o sidra.

Apertura a nuevos clientes

El negocio empezó a crecer y pronto el taller de la calle Betis se quedó pequeño. En 1983, Reyvarsur estrenaba fábrica en el polígono industrial Calonge. Los años transcurrían sin grandes sobresaltos trabajando prácticamente para un solo cliente en el área de dispensing –el grupo Cruzcampo, adquirido en 2000 por Heineken-, hasta que se produjo uno de los grandes hitos en la historia de la compañía: decidió abrirse a otros clientes. “Había que diversificar; la dependencia conlleva demasiados riesgos”, asegura Corbalán, licenciada en Administración y Dirección de Empresas y en Marketing, y con un Executive MBA. “Hoy somos proveedores de las grandes cerveceras españolas (La Zaragozana, Damm, Hijos de Rivera y Mahou) y también de microcerveceros y cerveceros artesanales”, subraya.

Salto al exterior

Con una cartera de clientes diversificada dentro de España, tocaba dar el salto al exterior. En 2009 iniciaron las exportaciones. “Empezamos a hacerlas de manera pasiva, es decir, íbamos a las ferias internacionales como visitantes y muchos clientes se mostraban interesados por nuestros productos”, relata.  En 2011 Paola tomó el mando de la compañía y en 2015, coincidiendo con el traslado de Reyvarsur a las actuales instalaciones en el polígono La Isla de Dos Hermanas, se puso en marcha una estrategia de exportación per se, con resultados más que visibles. Y es que si en 2016 las exportaciones suponían el 0,8% de la facturación total de la empresa (en torno a los cinco millones y medio de euros), en 2019 alcanzaron el 18% (de siete millones), con Portugal, Holanda, Bélgica, Colombia y México como principales mercados.

A juicio de Paola, para quien “el relevo en la compañía ha sido fantástico; las decisiones las he tomado yo, para equivocarme o acertar, sin bicefalias”, son varias las claves que explican el éxito de Reyvarsur. “Tenemos una tasa de retención del cliente del 95% por nuestro compromiso permanente con él; la calidad en el servicio es prioritaria. Además, al no haber deslocalizado la producción, nuestra capacidad de respuesta es mucho mayor que si estuviéramos en países tan lejanos como Indonesia”, comenta.

“Por otro lado, las ideas para sacar nuevos productos y mejorar los que ya tenemos no salen de los despachos, sino del feedback continuo con los clientes. Y añadiría otro factor: somos una pyme familiar con capital familiar. Lo que se genera se reinvierte en el negocio; es la única manera de crecer, además de ser muy cautos en lo que a inversiones se refiere”.

Tiempo de reinventarse

La inesperada aparición del coronavirus, que está afectando especialmente a sectores como el de la hostelería, ha echado por tierra las buenas previsiones de crecimiento para 2020. “Pensamos cerrar el ejercicio con una facturación un 30% inferior a lo previsto”, lamenta esta joven empresaria de 41 años, que en junio pasado tuvo que aplicar un ERTE al 40% de una plantilla de 75 empleados.

En septiembre pudo recuperar a algunos de ellos porque, ante el parón en las ventas, hicieron una lluvia de ideas para ver qué podían aportar y decidieron explotar el fuerte de Reyvarsur. A los dispensadores de cerveza se sumarían dos modelos de gel hidroalcohólico de 4,8 y 5 litros, pensados para lugares con mucho trasiego de gente: comercios, colegios, bancos, aeropuertos, oficinas… “En estos casos, los botes que venden en los supermercados se quedan en nada y la higiene continua de manos, al menos por el momento, ha venido para quedarse”, asegura. Además, el coronavirus ha acelerado la incursión de Reyvarsur en el segmento industrial de la hidráulica y la neumática como suministradores de racorería.

Y es que su equipo está siempre a pleno rendimiento para explorar nuevos territorios y adaptarse a las circunstancias. Seguramente a ello contribuya la nueva cultura organizativa y de gestión de personas que ha instaurado Paola. “Es una de las cosas de las que más orgullosa me siento, porque ha generado altísimos niveles de compromiso por parte de los empleados”, admite esta mujer, la única CEO que conoce en una empresa industrial. “Estoy acostumbrada a moverme entre hombres, no he tenido nunca ningún problema, salvo algún episodio puntual, y, como estoy segura de mí misma, pues no me tiembla el pulso a la hora de tomar las decisiones”, dice. Eso sí, cree que “las mujeres tienen mucho que aportar en el liderazgo empresarial: somos más dadas al acuerdo -no nos cuesta tanto dejar a un lado los egos- y a reconocer errores; no pasa nada por equivocarse”. Y confía: “Poco a poco seremos más”.

Imágenes | Reyvarsur

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