Ratio de estabilidad

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Analiza el ratio de estabilidad y busca un equilibrio entre inversión y financiación

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El ratio de estabilidad es un instrumento útil para controlar la inversión de la empresa y la adecuación de sus fuentes de financiación.

¿Cómo se calcula el ratio de estabilidad?

Se calcula del siguiente modo:

Ratio de estabilidad=(Activo Fijo)/(Financiación básica)

El activo fijo recoge las inversiones que están destinadas a permanecer a largo plazo en la empresa, normalmente más de un año como, por ejemplo, inmuebles, activos intangibles, máquinas, etc.

La financiación básica incluye los fondos propios y la parte de las deudas que no ha de devolverse en el corto plazo, normalmente, menos de un año.

Por otro lado, debemos tener en cuenta que no siempre se denomina igual. Dependiendo de las personas con las que tratemos pueden referirse a este ratio con otros nombres, como ratio de consistencia, ratio de firmeza, ratio de solidez, etc.

También, en algunas ocasiones, se calcula como el inverso de la fracción expresada en la fórmula anterior. La interpretación sería semejante, pero, por ejemplo, donde decimos “cero” deberíamos decir “infinito” y viceversa y lo mismo con “elevado” y “reducido”.

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¿En torno a qué valor se suele situar el ratio de estabilidad?

Este ratio debe situarse, normalmente, por debajo de uno. El objetivo es acompasar la inversión y la financiación de la empresa y, en particular, sus calendarios.

Ratio de consistencia

En determinadas inversiones, los retornos se van produciendo a través de prolongados períodos de tiempo. Realizamos un desembolso (o varios) que mejoran nuestra capacidad para producir y vender e, incluso, para reducir los costes sobre los que tendríamos de no haber incorporado ese activo. Pero todas esas ventajas se producen de forma progresiva.

Si financiásemos esas inversiones con deudas a corto plazo como, por ejemplo, una línea de crédito, nos encontraríamos con que tenemos que hacer frente a un pago muy cuantioso, equivalente al del desembolso realizado por la inversión, en un plazo muy breve, mucho antes de que el activo incorporado haya podido ofrecer los retornos suficientes para poder devolver la deuda.

Normalmente, nos veríamos obligados a una liquidación apresurada del activo, que habría rendido muy pocos beneficios para nuestra empresa. Y, además, habríamos incurrido en algunos costes de adquisición y transmisión y, en algunos casos, de mantenimiento. Podría, incluso, darse la circunstancia de que tengamos que solicitar el concurso de acreedores porque no tenemos aún dinero para pagar.

Por ello, resulta preferible tener un volumen suficiente de fondos propios y deudas a largo plazo, que nos permitan ir amortizando el activo antes de tener que desprendernos precipitadamente de él.

¿Puede llegar el ratio de estabilidad a ser excesivamente reducido?

Sí. Cuando el ratio de estabilidad se aproxima hacia niveles muy reducidos, eso significa que las inversiones a largo plazo de la empresa pesan demasiado poco con relación a la financiación básica.

Por lo tanto, se dispone de recursos y de margen temporal suficiente para realizar inversiones que mejoren la productividad, reduzcan los costes, sirvan para adoptar novedades tecnológicas, etc. Y, sin embargo, no se está aprovechando para efectuarlas.

Ratio de firmeza

De ahí que, en la mayoría de las empresas, el nivel óptimo del ratio de estabilidad se sitúe por debajo de 1, pero no de forma excesiva.

¿Puede el ratio de estabilidad ser superior a 1?

Sí, de forma excepcional, puede ser correcto en algunas empresas. Se trataría de empresas con una financiación a corto plazo muy voluminosa y estable, que no depende demasiado del acuerdo de terceros y que se obtiene de una forma muy recurrente. Además, las condiciones deben ser favorables en cuanto a plazos e intereses.

Por ejemplo, algunas empresas de distribución (en especial las de mayor tamaño) cuentan con un porcentaje de ventas al contado muy elevado y, sin embargo, pagan a plazo a casi todos sus proveedores. Mantienen esta forma de financiación de forma muy estable en el tiempo. Son deudas a corto plazo porque vencen en unos pocos meses, pero se están renovando automáticamente. Unos proveedores son pagados, pero surgen otros nuevos.

En la práctica, obtienen una financiación a corto plazo de una gran estabilidad, que no van a tener que reembolsar repentinamente salvo circunstancias muy extraordinarias, y, además, en condiciones ventajosas de interés en la mayoría de las ocasiones.

Ratio de solidez

Dadas esas circunstancias, parece lógico aprovechar la estabilidad y condiciones de su financiación a corto plazo para financiar inversiones a largo plazo que aumenten la capacidad y contribuyan a modernizar sus equipos e instalaciones.

¿Cómo podemos interpretar si nuestro ratio de estabilidad es elevado o reducido?

Como vemos, no solamente es una cuestión de cifras, un número “mágico” al que debamos acercarnos. Sí, la mayoría de las empresas deben tener un ratio de estabilidad de menos de 1, pero la cifra exacta depende mucho de circunstancias como estas:

  • Sus alternativas de financiación a corto y largo plazo.
  • La existencia de planes de inversión a largo plazo.
  • La recurrencia de la financiación a corto plazo.
  • El estado de su tesorería. Habría que ver cómo podríamos reaccionar ante la necesidad de realizar un reembolso de la deuda.
  • La duración de los diferentes plazos relacionados con las existencias.
  • Los riesgos asumidos con las inversiones. No todas pueden asegurar que los resultados obtenidos con ellas estarán, con una probabilidad muy elevada, dentro de un margen muy estrecho de previsiones.
  • La existencia o no de un compromiso de los principales socios de respaldar, llegado el caso, a la empresa con una ampliación de capital o un préstamo que redujese el ratio de estabilidad.
  • El apalancamiento financiero de la empresa, que influirá en las percepciones de los socios y proveedores de financiación ajena ante una posible crisis de liquidez.

El ratio de estabilidad es un orientador del grado de equilibrio que mantiene nuestra financiación y nuestra inversión. Conviene analizarlo y ponerlo dentro del contexto de las circunstancias de nuestro negocio.

Imágenes | iStock

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