entrevista a Paz Martín de BPW Madrid

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Paz Martín, presidenta de BPW Madrid: «Teletrabajo no puede significar estar disponible 24 horas para familia y empresa»

La crisis provocada por la COVID-19 tiene también una perspectiva de género.

La pérdida de empleo, el aumento de la vulnerabilidad o el auge del teletrabajo no han afectado por igual a mujeres que a hombres.

Según varios informes (Ministerio de Igualdad, Acción contra el hambre), las mujeres, con mayor representación que los hombres en trabajos precarios y en muchos sectores de la economía sumergida, se están viendo más afectadas por las consecuencias de la crisis. Esta situación no se da solo en España. Según la ONU, el 60% de las mujeres de todo el mundo trabajan en la economía informal, lo que las deja más expuestas.

De fondo, las empresas, desde autónomos a grandes corporaciones, se enfrentan a numerosas decisiones que tienen que ver tanto con la igualdad como con la salida de la crisis. ¿Cómo transformar el teletrabajo en un beneficio real para la conciliación? ¿Cómo convertir las políticas de igualdad en instrumentos para mejorar la productividad y la toma de decisiones?

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Paz Martín, presidenta de la Business and Professional Women’s Foundation (BPW) en Madrid, la mayor organización del mundo de mujeres empresarias y profesionales, fundadora de Amaltea y exdiputada del PSOE en la Asamblea de Madrid, nos habla de las consecuencias y las oportunidades de esta crisis con perspectiva de género.

El crac financiero de 2008, el cambio climático, la pandemia… Siempre que hay una crisis, vemos cómo afecta de manera desigual a mujeres y a hombres. ¿Por qué?

Ante cada crisis, no partimos de una situación de igualdad. Por eso las mujeres son las que más se resienten. Su punto de partida es la desigualdad. Ahora, por ejemplo, nos hemos dado cuenta de que podemos teletrabajar. Sin embargo, el manejo de la tecnología no es igual en hombres y en mujeres. La brecha digital de género está ahí y se ve reforzada por los roles de género y los estereotipos. Solo un 15% de los trabajadores de los sectores TIC son mujeres y esto también tiene un impacto negativo.

Además, en esta ocasión, el teletrabajo ha incidido negativamente en la conciliación y en la salud. Muchas mujeres han tenido que encargarse de las tareas de cuidado de sus hijos, que estaban todo el tiempo en casa, y de su trabajo. Al final, el impacto de cada crisis es siempre mayor en la parte más débil. Las mujeres partimos de una situación de desventaja.

«Hay que hacer pedagogía en casa para que se respeten los tiempos de trabajo y se repartan las responsabilidades del cuidado del hogar».

El teletrabajo ha sido la única salida que han tenido muchas empresas para seguir funcionando. Lo que parecía una oportunidad de conciliación se ha convertido en una carga elevada para muchas mujeres. ¿Cómo se puede corregir esta situación?

La solución pasa por regulación y educación. Teletrabajo no puede significar estar disponible las 24 horas del día para la familia y para la empresa. Hay que hacer pedagogía en casa para que se respeten los tiempos de trabajo y se repartan las responsabilidades del cuidado del hogar. También los empresarios tienen que entender que los empleados solo pueden estar disponibles ciertas horas.

La base de todo el cambio de paradigma, del cambio de valores y estereotipos, es la educación. Es lo que nos hace tener una forma diferente de observar las cosas.

Las crisis también suelen mostrar la fragilidad de algunos de los derechos que damos por sentados. ¿Existe un riesgo real de retroceso en los derechos de las mujeres?

En toda crisis, los derechos de las mujeres son los primeros que se resienten. Cualquier crisis se utiliza para intentar recortarlos. En este nuevo escenario económico y político motivado por la crisis de la COVID-19 hemos visto, por ejemplo, cómo los partidos de extrema derecha han intentado utilizar los derechos de las mujeres para buscar culpables.

El feminismo es la igualdad entre hombres y mujeres. Pero hay quien está interesado en que las cosas no cambien. Hemos visto que cuando las mujeres son independientes y son las líderes económicas de su vida tienen capacidad de decisión y de autogestionarse. Cuando son dependientes, se acaban repitiendo los estereotipos. La educación y el empoderamiento económico son lo que hace libres a las mujeres.

«Esta crisis nos ha servido para visibilizar sectores ocultos, muchas profesiones feminizadas con malas condiciones laborales, que han demostrado ser pilares de nuestra sociedad».

Las mujeres componen la gran mayoría de trabajos de primera línea en la lucha contra la pandemia, como el sector sociosanitario o el de la limpieza. ¿De qué manera les ha impactado la crisis?

Hay ciertas profesiones invisibles que suelen coincidir con las más feminizadas. Es el caso de las trabajadoras de la limpieza, las cajeras de supermercado o las enfermeras. Han hecho un esfuerzo tremendo para cuidarnos, darnos de comer, limpiar los edificios que estaban abiertos… Han demostrado que cuando se necesita un plus de compromiso, un plus impagable, están ahí. El rostro de mujer es el que ha dado la cara en esta pandemia.

No solo a nivel profesional. Ante el colapso del sistema sanitario y el cierre de las escuelas, muchas mujeres han tenido que ocupar ese vacío en el cuidado y en la educación.

Esto ha tenido un impacto social y económico que no se puede medir. El compromiso de las mujeres ha servido para que la crisis fuese menor. Algunas empresas, como Mercadona, han decidido premiar este esfuerzo con un plus económico. Pero muchas mujeres se han jugado su salud sin nada a cambio y lo han hecho con una sonrisa.

Esta crisis nos ha servido para visibilizar sectores ocultos, muchas profesiones feminizadas con malas condiciones laborales, que han demostrado ser pilares de nuestra sociedad.

el teletrabajo ha supuesto una nueva carga en la conciliación

También se han señalado las dificultades de los sectores precarios, como el de las trabajadoras del hogar, que habitualmente trabajan sin contrato. ¿Cómo han quedado expuestas por esta crisis?

Las trabajadoras de la economía sumergida han quedado muy expuestas. Se han tenido que ir a su casa sin ningún apoyo, sin ERTE, sin ayudas por cese de actividad… Menos mal que se ha aprobado el ingreso mínimo vital, que permite a la gente seguir viviendo. Las mejores sociedades son aquellas que mejor cuidan a sus ciudadanos. En el siglo XXI, en Europa, no tiene sentido que siga habiendo gente en situaciones tan precarias.

En esta crisis, muchas familias han prescindido de las trabajadoras del hogar y las cuidadoras y ellas se han visto muy expuestas, sin recursos.

«Si queremos salir de esta crisis reforzando aquello que es importante, debemos dejar a las mujeres que participen del diseño de esa nueva normalidad que nos ha tocado vivir».

La mayoría de los autónomos ha señalado que su actividad se ha visto resentida de forma importante. ¿Cómo afecta esto al futuro de las mujeres emprendedoras?

Toda crisis supone una oportunidad. En estas últimas semanas, en plena crisis, se han creado tres nuevas empresas dentro de nuestra organización, BPW. Una consultoría, una agencia certificadora de edificios que cumplen los parámetros de bienestar de las personas y otra que certifica la igualdad en la empresa. Tres nuevos proyectos emprendedores motivados por la crisis. Las mujeres siempre buscan las oportunidades y las administraciones deben contribuir a generar el escenario del que surjan.

BPW es una asociación en defensa de las políticas de género, ¿de qué manera estáis trabajando en este contexto de crisis?

En BPW hemos puesto en marcha un proyecto llamado Recupérate, destinado a las mujeres autónomas y micropymes que se han visto más afectadas por esta crisis. Les hemos ayudado a reformar su plan de negocio, a analizar su situación y a buscar oportunidades para reinventarse en este escenario pos-COVID-19. Es un proyecto que se ha puesto en marcha en el ayuntamiento de Coslada, en Madrid, y en Hellín, Albacete.

logo de BPW Madrid

Para corregir los desequilibrios de género expuestos por las crisis, se reclama una mayor participación de las mujeres en la toma de decisiones. ¿Crees que en esta ocasión se está haciendo?

Creo que se está avanzando. Tenemos un marco legal, la Ley Orgánica de Igualdad Efectiva entre Hombre y Mujeres, y es el momento de cumplir los compromisos. Hay elementos que se pueden volver obligatorios, como la publicación de todos los salarios en la empresa o la integración de más mujeres en los puestos de toma de decisiones. Debemos corregir esas desigualdades mediante la ley y luego controlar su cumplimiento.

Además, tenemos que continuar apostando por la educación en valores y por la igualdad. Los niños y las niñas no son desiguales ni se sienten diferentes. Las desigualdades se generan con el paso del tiempo a través de los estereotipos culturales y sociales. Estos estereotipos contribuyen a que haya un reparto de género tan desigual en algunas profesiones.

Por eso es tan importante la incorporación de más mujeres a las profesiones STEM [siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas]. Cuantas más mujeres se incorporen, más llegarán a los puestos de dirección con el tiempo. Las sociedades se transforman con esa mirada de género.

«Una política de igualdad en la empresa contribuye a reforzar la motivación de las mujeres trabajadoras. Esto tiene un impacto elevado en las cuentas de la compañía y en la eficiencia de la economía en general».

¿Cuál será el papel de la mujer en la recuperación económica pos-COVID-19?

La mujer se adapta mejor a las crisis. Esta va a ser una oportunidad para que salgan más reforzadas y con una visión de futuro más clara. Durante el confinamiento, nos hemos dado cuenta de lo importante que eran ciertas cosas sencillas, básicas y fundamentales. Muchas de estas actividades forman parte del día a día de las mujeres.

Si queremos salir de esta crisis reforzando aquello que es importante, debemos dejar a las mujeres que participen del diseño de esa nueva normalidad que nos ha tocado vivir.

¿Pueden las políticas de igualdad en las empresas acelerar la recuperación?

Las empresas que ponen en marcha un plan de igualdad se dan cuenta de la situación real. Tenemos el estereotipo del empresario malo que quiere pagar menos a las mujeres. Esto no es así, forma parte de una inercia que tenemos como sociedad. Cuando los empresarios ponen en marcha una estrategia de igualdad, se percatan de la desigualdad existente.

Una política de igualdad en la empresa contribuye a eliminar los techos de cristal y a reforzar la motivación de las mujeres trabajadoras. Estas se dan cuenta de todo lo que pueden progresar y todo lo que pueden aportar a la empresa. Esto tiene un impacto elevado en las cuentas de la compañía y en la eficiencia de la economía en general.

Al final, la actitud es muy importante en la vida. Cuando las empresas refuerzan las actitudes positivas de las personas, todo el mundo se beneficia. Los planes de igualdad son imprescindibles para reforzar la motivación y la productividad.

Imágenes | Paz Martín, BPW Madrid, Unsplash/Annie Spratt

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