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María Teresa Saperas, empresaria sostenible e inventora en plena tercera edad

En una época en que las grandes empresas de todos los sectores hacen campañas millonarias para convencernos de su compromiso con la sostenibilidad, una señora ya nonagenaria se ha erigido no solo en un referente en este valor, sino también en un ejemplo de emprendimiento.

El mundo del negocio y el de la innovación, tan interdependientes, se dan la mano en la persona de María Teresa Saperas. Esta apacible abuela catalana fundó ADZ Nadons, compañía que produce los pañales reutilizables y reciclables que ella misma inventó.

Tozudez emprendedora

De estirpe empresaria (su padre y su marido lo fueron) la carrera de Saperas, como hija de su tiempo, ha sido un continuo tour de force entre su actividad profesional, el cuidado de su familia y los proyectos propios de su carácter inquieto y creativo. Empezó como maestra en Cornudella, localidad de su Tarragona natal en la que vivía con su esposo, Ramón Adzerías, hasta que montó por su cuenta una escuela infantil que posteriormente la familia trasladaría a Reus.

En este municipio empezó a compaginar su trabajo en el centro con la labor de voluntaria en la organización solidaria Societat Sant Vicenç de Paül. Fue entonces cuando tomó conciencia de las enormes dificultades que tenían los colectivos más humildes para costear pañales para sus hijos.

“Me pedían dinero para pañales”, relata en su conversación con Hablemos de Empresas. “Y yo pensaba: mejor guardar el dinero para comprar comida”. Esta reflexión, tan simple como aplastante, hizo que Saperas se conjurase para encontrar una solución accesible y de calidad para las familias necesitadas: pañales reutilizables.

La idea que germinaría en ADZ Nadons surgió de un órdago en toda regla: “No encontraba pañales de tela y cuando pregunté en una farmacia me dijeron que me olvidase, que los pañales no se pueden lavar. Y yendo para mi casa yo me dije: a mí  me van a decir que no se pueden lavar, que llevo usando pañales de tela con mis hijos toda la vida. Y entonces me puse a trabajar en ello”. Esa cabezonería la combinó con brillantez y dedicación para confeccionar ella misma el producto que el mercado le negaba.

Una abuela en el campus

 “Mi yerno me dijo que lo patentara”, continúa. “Luego mi hija me apuntó a un concurso donde lo presenté”. El certamen al que se refiere, sin darse importancia alguna, fue la quinta edición de los Premios Reus a la Creación de Empresas, en el que quedó finalista. En este punto es cuando empieza la andadura de ADZ Nadons, una historia que merece figurar en los anales del tesón.

“Nunca había pensado en hacer una empresa, pero me dije: total, que me den un premio para no hacer nada…”. Con 78 años, Saperas decide matricularse en la universidad para recibir formación empresarial. Rodeada de compañeros de clase que por edad podrían haber sido sus nietos (”me recibieron con los brazos abiertos”, recuerda), se procuró los conocimientos necesarios para la adecuada gestión del negocio y comenzó el recorrido de una firma que a día de hoy emplea a varias personas y es reconocida en el sector de la higiene infantil.

“Para mí, este proyecto es un orgullo y una gran ilusión”, dice su hija, Cristina Adzerías. “Sobre todo, que ella pueda ver los frutos”. La heredera del negocio familiar comenta que había y hay muchas barreras en el sector, sobre todo en tiempos difíciles como los actuales. “Hay que imaginar y probar constantemente, es un procedimiento de ensayo y error. Hay que caer y levantarse y a veces cuesta”, comenta.

Camino de obstáculos

Madre e hija aportan un dato demoledor que apuntala el carácter sostenible de su negocio: “Con los pañales convencionales desechables, cada bebé consume entre 5.000 y 6.000 unidades durante el período en que los utiliza, lo que significa una tonelada de residuos por niño”. Por este motivo, empresas como la suya acuden a la administración con la intención de recabar apoyos dirigidos a generalizar el producto.

Adzerías afirma centrarse “en que este producto se normalice”. Las instituciones públicas, dice, “entienden la problemática y están interesadas, pero otra cosa es que tengan partidas financieras para invertir. En cuanto a los fondos para el emprendimiento, no hay mucho apoyo en este sector. No te queda otro remedio que ir adelantando el dinero”.
Esa parte, la de la expansión e internacionalización de ADZ Nadons, es ya responsabilidad de la siguiente generación, a la que pertenece, orgullosa, Cristina. A María Teresa, aunque todavía implicada en el proyecto, le toca descansar, disfrutar de sus nietos y gozar de la satisfacción del trabajo bien hecho. No muchos empresarios pueden decir que han sacado adelante una compañía innovadora y sostenible en plena senectud.

Por José Sánchez Mendoza

Imágenes | ADZ Nadons

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