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El éxito se viste de descaro: Gik, el vino azul

¿Qué tienen en común dos ingenieros, dos expertos en administración de empresas, un diseñador y un DJ? Parece un chiste, pero simplemente, se trata de seis chicos de menos 30 años con ganas de revolucionar el sector del vino. ¡Y a estas alturas, podemos afirmar que lo han conseguido!

Iñigo Alday, Gorka Maiztegi, Sheila Aguilar, Imanol López, Aritz López y Taig Mac Cathy han conseguido posicionar más de 90.000 botellas de vino azul en el mercado nacional, en menos de un año. Pero no solo eso, puedes encontrar el vino azul en China o en una estación de esquí en Suiza, donde te lo sirven caliente con un toque de canela. Su vino azul está compuesto de una mezcla entre uva blanca y tinta, y no tiene denominación de origen, ¡pero sus creadores tampoco quieren que lo tengan! Ya ves, algo tan simple como cambiar el color del vino, los ha hecho conseguir el éxito.

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El caldo es suave y dulce, y el color azul índigo se lo proporcionan la mezcla de los dos tipos de uva con dos pigmentos: la antocianina, que sale de la piel de la uva y la indigotina, que le aporta el tono. Se puede acompañar de carne o de pescado, sin restricciones, incluso para una cena con amigos o un evento formal. No hay límites. Ha sido esa actitud suya revolucionaria y de romper con lo establecido que han conseguido llevar su empresa a lo más alto.

De hecho, la filosofía es: “Al beber Gïk, estás bebiendo algo innovador. Estás bebiendo la posibilidad de crear tus propias normas. Estás reinventando tradiciones. Por eso, no te vamos a decir cómo beber el vino. No te vamos a decir con qué combinarlo, dónde ni cuándo disfrutar de él. No queremos que hagas un curso de cata, ni obligarte a estudiar la biblia de la enología. Sólo disfruta”.

Estos seis jóvenes emprendedores afirman, en sus diferentes entrevistas, que no les gusta el vino y que querían un caldo que no supiese a vino. Su sueño era romper las normas de un sector tradicional y escogieron la enología. Y así, una vez más, se ha cumplido aquello que dicen de que un pequeño sueño puede cambiar el mundo (o bueno, ¡crear nuevos sabores!).

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