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Cómo escribir una buena carta de presentación

La carta de presentación puede ser la puerta de entrada para conseguir un puesto de trabajo. Debemos tener presentes ciertas pautas para optimizar los resultados y, en todo caso, para aprender para futuras ocasiones. 

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Consejos para una carta de presentación

Repasamos una serie de consejos para escribir una carta de presentación que llame la atención de los equipos de Recursos Humanos.

Ser concisos

El equilibrio exige brevedad y exactitud. Expresarnos en pocas palabras es una necesidad si pretendemos llamar la atención de los reclutadores. No olvidemos nunca que su tiempo es valioso y solo quieren manejar información útil. 

Además, alargarse sin justificación es una señal de que podemos introducir ruido en la empresa. Si en la carta de presentación introducimos datos sin interés, podría verse como una muestra de que podríamos entorpecer la comunicación interna con los compañeros.

No obstante, hay que buscar un punto óptimo en el que no se omita ningún detalle importante. Hay características, experiencias o circunstancias que no aparecen en el currículum y que hemos de mencionar. En definitiva, debemos dar un contenido resumido pero suficiente a la carta.

La motivación de la carta

En el arranque de esta misiva es importante ponerla en contexto, explicar por qué la enviamos junto al currículum, por qué queremos optar a trabajar para esa empresa precisamente. 

Debemos dotar de sentido al currículum. Este nos habla del pasado, nos señaliza cualidades, pero debemos aplicarlas al futuro y a la empresa concreta. Debemos buscar una forma de encaje.

Intentaremos introducir las respuestas que más tarde podremos ir desgranando gracias al currículum, la entrevista de trabajo u otros métodos de selección y al período de prueba. 

El equilibrio entre flexibilidad y firmeza

La flexibilidad es una de las grandes metas de nuestro tiempo. Las empresas buscan talento con esta característica para sus organizaciones internas. Por ello, en la carta de presentación debemos mostrar una actitud positiva hacia el cambio, el aprendizaje e, incluso, la experimentación.

Sin embargo, hay que evitar caer en vaguedades. La flexibilidad es un acompañante de nuestras características valiosas, no un cajón de sastre donde caben todo tipo de cualidades que aún no tenemos.

Es preciso situar nuestro crecimiento personal. Aunque ya tengamos cierta edad, debemos mostrarnos como profesionales en construcción. Explicaremos qué hemos hecho últimamente para seguir avanzando y declararemos nuestra intención de continuar haciéndolo con una mentalidad abierta y unos fundamentos firmes, que pueden comprobarse en el currículum.

Las experiencias ilustran la experiencia

La experiencia del currículum es una acumulación de hechos pasados. Las experiencias, en plural, son todo lo que hemos sentido en primera persona durante ese tiempo, las vivencias profesionales, en definitiva.

En una carta de presentación no vamos a contar ‘batallitas’, pero sí podemos ejemplificar lo que ya nos es conocido. De todos modos, no debemos extendernos demasiado. Hemos de ser conscientes de que se trata, tan solo, de suscitar interés. Después, el currículum, las referencias, la entrevista y otros métodos de selección habrán de completar la información sobre vivencias útiles.

Para ello, debemos saber ponernos en el lugar de los reclutadores. Analizaremos qué es lo que pueden buscar y nos apoyaremos en alguna circunstancia profesional que hayamos vivido para mostrar que nosotros podemos encajar en ello.

Cuidar la redacción

Por supuesto, poner una letra donde tenía que ir otra no nos ayudará. Sin embargo, eso es fácil de resolver con un corrector ortográfico. Lo que es más complicado es redactar con fluidez: dar a cada frase su extensión correcta, colocar comas y otros signos de puntuación en su sitio, ser claros y educados…

Como en otros aspectos, el equilibrio es fundamental. No podemos pasarnos de cercanos, pero tampoco ser más distantes de lo debido. Debemos ser rigurosos en lo que decimos, pero nunca rebuscados. La simplificación excesiva no da puntos para conseguir el puesto, pero tampoco un lenguaje pedante.

Además, la carta de presentación debe adaptarse a la cultura de la empresa. Hay negocios en los que prima la frescura, en otros la seriedad, en otros la empatía… Hay una forma de expresarse para cada uno y hemos de dar con ella.

Huir de las plantillas

Cuando alguien trabaja en reclutamiento, está acostumbrado a leer muchas cartas de presentación. Gran cantidad de candidatos han caído en la tentación de teclear en un buscador la expresión “carta de presentación” para encontrar una plantilla y realizar pequeños cambios para adaptarla a sus propias circunstancias.

Esa actitud provoca desinterés. Sonaremos a un candidato más, algo ya muy leído en otras cartas de presentación. Además, conviene personalizar la carta para cada una de las empresas a las que la enviemos. No perdamos de vista que nosotros somos únicos y cada negocio también.

Por ese motivo, tampoco es buena idea utilizar como plantilla una carta que es de nuestro puño y letra, pero ya ha sido enviada en otras ocasiones. Podemos, eso sí, utilizarla como referencia para algún aspecto concreto, aunque conviene empezar de cero en cada caso.

La carta de presentación es un instrumento necesario para poner contexto a nuestro perfil profesional y lograr enfocarlo a la empresa más adecuada.

 Imágenes | Aaron Burden, NeONBRANDDariusz SankowskiKate Hliznitsova en Unsplash

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