Empresa

10 sesgos cognitivos engañosos y cómo burlarlos para decidir mejor

Un sesgo cognitivo es un error de pensamiento sistemático e involuntario. También funciona como un atajo mental para tomar decisiones o emitir juicios. Permite ahorrar tiempo y energía, pero a menudo engaña y no produce resultados. Todo el mundo está sujeto a estas distorsiones, independientemente de su edad, sexo o antecedentes culturales.

Gestión del conocimiento: cómo transmitir las habilidades de las personas mayores a los jóvenes

Los sesgos cognitivos existen porque nuestro cerebro para tomar decisiones necesita absorber una cantidad increíble de información, y tiene que optimizar los recursos. Por lo tanto, se basa en generalidades o reglas empíricas (también llamadas heurísticas) para poder decidir rápidamente. De alguna manera, un sesgo cognitivo es un filtro a través del cual la información fluye y se transforma a medida que pasa a través de él.

Solemos confiar en los sesgos cognitivos en ocasiones en las que la emoción toma el control, tenemos prisa por decidir o sentimos la presión social a la hora de tomar una decisión. Sin embargo, el pensamiento cotidiano también está sujeto a sesgos cognitivos. Existen varios tipos, enumerados en muchos manuales de gestión, liderazgo y crecimiento personal.

Los principales sesgos cognitivos

  • Heurística de la afectividad.
  • Efecto aureola.
  • Pensamiento grupal.
  • Falacia del costo hundido.
  • Sesgo de exceso de confianza.
  • Sesgo de autoconfirmación.
  • Efecto Dunning-Kruger.
  • Sesgo del optimismo ilusorio.
  • Sesgo retrospectivo.
  • Efecto cashless (sin efectivo).

Heurística de la afectividad

La heurística de la afectividad es un comportamiento económico que se desvía de la teoría normativa de la utilidad, por el cual las personas atribuyen un mayor valor a los bienes en su posesión que a los mismos disponibles en el mercado. La formulación del juicio de valor está parcialmente determinada por un componente afectivo que modifica el componente racional. Para evitar este sesgo, debemos preguntarnos si las emociones y el apego hacia lo que tenemos pesan más que el componente racional.

Efecto aureola

La tendencia de las personas a dejar que un único rasgo positivo guíe su opinión general sobre una persona, producto o experiencia. Por ejemplo, varios estudios han demostrado que consideramos que las personas atractivas son más inteligentes, exitosas y populares. Es un sesgo muy explotado en la publicidad. Para evitarlo, podemos preguntarnos: si esta persona no tuviera esta característica que me gusta, ¿qué opinión tendría de ella?

Pensamiento grupal

Existen sesgos cognitivos que llevan a las personas pertenecientes a un grupo a tomar decisiones irracionales para evitar discusiones y correr el riesgo de ser tildadas de disidentes. Hay que preguntarse: ¿apoyo esta idea solo para llevarme bien con el grupo?

¿Cuáles serían las consecuencias si no estuviera de acuerdo con el grupo?

Falacia del costo hundido

Las personas tienden a seguir persiguiendo una mala idea porque no quieren desperdiciar el tiempo y el dinero que ya han invertido en ella. Muchas veces es difícil tirar a la basura el trabajo realizado para empezar de nuevo, pero en realidad no se empieza de cero, ya que se gana experiencia con el error.

Sesgo de exceso de confianza

Uno de los sesgos cognitivos más perjudiciales es el que hace que la confianza en las propias capacidades exceda la precisión objetiva de una elección. Esto es especialmente cierto para temas con los que no estamos familiarizados. Antes de tomar una decisión, preguntémonos con sinceridad cuál es nuestro nivel de preparación en este campo.

Sesgo de autoconfirmación

Muchas personas tienden a buscar, interpretar, favorecer y recordar principalmente información que confirma sus elecciones y creencias preexistentes. La gente generalmente ve lo que está buscando. Para evitar este sesgo cognitivo, hay que preguntarse: ¿busqué información contradictoria sobre mi creencia? ¿Me emociono cuando defiendo mi posición o tengo una perspectiva racional?

Efecto Dunning-Kruger

Sucede que las personas no cualificadas a menudo sobrestiman su capacidad para tener éxito en una tarea. No tienen suficiente autoconciencia para medir objetivamente su competencia. La distorsión fue descrita por los psicólogos David Dunning y Justin Kruger. En este caso, la humildad es esencial, así como preguntarse si podemos acudir a alguien más experto para verificar nuestra idea o decisión.

Sesgo del optimismo ilusorio

Si bien puede ser un impulso positivo en muchos casos, la tendencia excesiva a pensar que es menos probable que algo pueda salir mal o falle es peligrosa. Siempre hay que considerar los riesgos teniendo en cuenta la posibilidad de un fracaso y sus consecuencias.

Sesgo retrospectivo

Muchas personas a veces piensan que los eventos ocurridos eran más predecibles de lo que realmente fueron. A menudo esto se asocia con la afirmación: «Lo sabía y se veía venir”. Para mantener los pies en el suelo en cuanto a nuestros poderes adivinatorios, es útil llevar un diario y comparar las predicciones con los resultados.

Efecto cashless (sin efectivo)

Resulta que es común gastar más cuando se usan tarjetas de crédito que cuando se emplea efectivo. En otras palabras, cuanto más tangibles son los pagos, más psicológicamente doloroso es gastar. Se recomienda, por tanto, visualizar cómo nos sentiríamos al comprar un artículo específico si tuviéramos que ir a un cajero automático, retirar efectivo y luego cambiarlo físicamente por un producto.

Desafortunadamente, los sesgos cognitivos suelen ocurrir y producir sus efectos inconscientemente. Reconocer que tenemos algunos de estos (todos tenemos alguno) ya es un buen punto de partida para tomar mejores decisiones.

Por Alberto Barbieri

Imágenes I Victoriano Izquierdo/Shutterstock, Jens Lelie/Unsplash, Milad Fakurian/Unsplash

Subir