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Santiago Carbó: «Si no hay crisis sanitaria en otoño, en 2021 podemos tender a la normalización económica»

Santiago Carbó multiplica estos meses sus apariciones en los medios para contestar a la pregunta del millón: ¿qué repercusiones tendrá la crisis sanitaria en España y sus empresas? Y, sobre todo, cuándo se va a producir la recuperación económica. 

En esta entrevista, Carbó, director de estudios financieros de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) y catedrático de Cunef, ayuda a entender lo ocurrido desde marzo y pronostica lo que está por venir.

Javier Andrés y Rafael Doménech

«Suponiendo que no haya rebrotes, tardaremos varios años en volver a los niveles de desempleo anteriores a la COVID-19»

Parece que Europa ha aprendido de los errores de la crisis de 2008 y ha respondido de forma más rápida y contundente a la crisis desatada por la pandemia. Poniendo, por ejemplo, cientos de miles de millones de euros a disposición de la economía. ¿Está de acuerdo?

Creo que sí. No solo han reaccionado los gobiernos y la Comisión Europea, sino sobre todo el Banco Central Europeo, que esta vez no ha titubeado. De todas formas, estamos ante dos crisis de distinta naturaleza. En la de 2008, que luego aquí empieza a ser distinta a partir de 2010, con los problemas de Grecia, el impacto en la economía se demora mucho. En esta crisis del coronavirus, esto no ha sido así. En unos meses, hemos tenido la pandemia en todo el mundo. Ha sido un proceso mucho más rápido que ha requerido medidas draconianas, como el confinamiento, lo que supuso el parón de la economía de un día para otro. 

Además, en esta crisis ha sido muy determinante para la respuesta europea que Italia fuera el primer país afectado. Italia tiene una capacidad de presión y de gritar más grande que el resto. España o Grecia tienen una menor capacidad de movilización. Además, juega un poco con esto de “me iré de Europa si no me tratáis bien”. Es una economía muy importante, está en el G7. Eso sí, en el continente ha faltado una coordinación sanitaria. Se cerraron las fronteras y fue un “sálvese quien pueda”.

Estamos viendo que sobre la mesa se están poniendo muchos cientos de miles de millones para la reconstrucción de las economías europeas. Pero, dada la magnitud y profundidad de la crisis, ¿van a ser suficientes?

Es difícil decirlo, aunque creo que las necesidades de la economía van a ser más grandes. De todas formas, ese dinero va a ser de ayuda y sobre todo es una señal clara del apoyo de la Unión Europea, algo que no existió en la anterior crisis. El Banco Central Europeo está ya comprando una parte de las nuevas emisiones de deuda. Por lo tanto está ayudando. 

Y las transferencias del Plan de recuperación para Europa [de 750.000 millones de euros en total, de los que 500.000 millones son ayudas a fondo perdido] y los créditos, si al final se solicitan, van a traer dinero fresco. Pero hay que tener en cuenta que la deuda puede aumentar este año más de 100.000 millones de euros en España, por lo que se irá al 120% del PIB aproximadamente. Además, la financiación europea no empezará a llegar inmediatamente, sino a finales de año. 

¿Y quién va a pagar toda esta deuda y cómo?

Lo pagaremos nosotros y las generaciones futuras. En general toda la deuda, sea la directa española o la europea, a la que nosotros también contribuimos, vamos a pagarlas los españoles. Estamos dejando muchísima deuda para las generaciones futuras. Además, son generaciones que están teniendo problemas para incorporarse al mercado de trabajo con buenas condiciones a nivel general o con mejores condiciones que las que tuvimos la generación más mayor. 

Estamos dejando muchísima deuda para las generaciones futuras

Santiago Carbó director de análisis financieros de Funcas

Eso es muy preocupante. Y hay una cierta miopía en los dirigentes españoles de todo el espectro político. Parece que no nos preocupan las nuevas generaciones, sino los más mayores. Esto es así porque los jóvenes pesan menos, en términos cuantitativos, que los más mayores, y también porque quizá no hayan sabido canalizar sus protestas. Pero necesitamos una población activa que esté contratada, que consuma y que pague impuestos. Esto no se sostiene solo con impuestos a los ricos.

¿En qué punto de la crisis de la COVID-19 estamos ahora mismo y qué está por venir?

Todo dependerá de la evolución de la crisis sanitaria. Si se da más o menos por cerrada, no necesitaremos estados de alarma y estar confinados. Y en consecuencia la economía poco a poco irá recuperándose. El problema es que aparezca otro episodio de crisis sanitaria. Aunque no fuera tan grave como el primero, muchas empresas no lo resistirían. 

Si el otoño no es muy malo, puede preocupar la morosidad o los impagos, pero estarán controlados. Los bancos españoles y europeos están en mejores condiciones que hace 12 años. En capital, en nivel de provisiones o en saneamiento de sus balances. En definitiva, si no hay una crisis sanitaria en otoño, en 2021 podemos tender a la normalización de la economía. Hay que ser razonablemente optimistas. 

Si las cosas se complican, ¿podríamos entrar en una crisis de deuda pública, como la que sacudió Europa en 2011 y 2012? ¿Podría volver la famosa prima de riesgo a convertirse en nuestro tormento y poner en cuestión la recuperación económica?

No estamos totalmente inmunizados. En estos años, un país como España no ha disminuido su nivel de deuda. Y, además, ahora ha aumentado mucho. La sostenibilidad de nuestra deuda pública estará más puesta en cuestión en 2021 que en 2013. Tendremos un 20% más de PIB en deuda pública. Los analistas podrían empezar a pensar que esto no es sostenible. Y eso puede acabar contagiando al circuito financiero y al sector privado. Los gobiernos tienen que hacer esfuerzos por ser creíbles fiscalmente.  

En esta crisis ha sido muy determinante para la respuesta europea que Italia fuera el primer país afectado

Santiago Carbó director de análisis financieros de Funcas

¿Cómo llega esta crisis a un país como España? Los expertos creen que muchos desequilibrios de nuestra economía no se corrigieron en los últimos años de bonanza.

Es verdad, los desequilibrios no se corrigieron porque no hubo apetito para las reformas. Europa quiere jugar ahora un papel más importante. Vamos a ver en qué se materializa lo que nos piden por las transferencias e incluso por los créditos de ese plan de reconstrucción. 

Pero en los últimos años Europa no estuvo vigilante y no hubo interés político en España, en todo el espectro ideológico, para hablarles claramente a los españoles diciéndoles que no son sostenibles las pensiones, o que el mercado de trabajo tiene unas disfuncionalidades muy grandes, o que la Administración es muy ineficiente. Por eso algunos países europeos están un poco molestos. Van a dar dinero y no están seguros de que vayamos a aplicar medidas de mejora.  

¿Cuál cree que es el escenario más probable de evolución de la economía española en 2020 y 2021, sobre todo en cuanto a caída del PIB y del empleo?

Lo peor ha podido pasar. Este segundo trimestre va a dar cifras catastróficas. En el trimestre, el PIB podría caer un 20%. Para el año, firmaría todo lo que sea estar en una caída inferior al 10%. Si se recupera en el verano algo de la actividad y no hay recaída de la crisis sanitaria, ese podría ser el escenario. 

¿Y qué va a pasar con el empleo?

También estaremos por encima del 20% de desempleo en algún momento. Los ERTE van a ayudar. Van a ser un colchón, pero parte de los trabajadores acogidos a ERTE van a perder su trabajo. En 2021, el paro podría estar en el 17%. Nadie destruye tanto empleo como España en las crisis. El mercado de trabajo de este país es claramente disfuncional. Hay que pensar cómo reducir la precariedad en el empleo y la productividad. 

La sostenibilidad de nuestra deuda pública estará más puesta en cuestión en 2021 que en 2013

Santiago Carbó director de análisis financieros de Funcas

Las noticias de los últimos meses invitan casi todas al pesimismo, pero ¿hay alguna novedad que permita ver el horizonte de otra manera y pensar ya en la recuperación económica? Por ejemplo, las últimas subidas de la Bolsa por el desconfinamiento.

La Bolsa es muy volátil. Muchas empresas estuvieron muy penalizadas y empiezan a recuperar parte del valor. También hay indicadores de cierta recuperación de la economía. El paro no hay sido muy malo en mayo, por ejemplo. No ha sido catastrófico. Además, más de 450.000 empleados de los ERTE ya están en su puesto de trabajo otra vez. Empezamos a ver una reactivación. Si volvemos la mirada a las semanas oscuras de marzo y abril, ahora podemos verlo todo de otra manera. 

¿Qué consejos daría a los gestores de compañías para mantener el rumbo en un momento de marejada como el actual?

Los gestores saben muy bien cómo hacer. Por eso, cuando los gobiernos no hablan con ellos, o con los sindicatos, creo que están en un error. Los gestores ahora lo que tienen que buscar es una financiación puente para estas semanas y meses tan duros. Y luego recuperar la actividad por todas las vías. Utilizando mucho más la digitalización, para captar negocio online. Las empresas no pueden pretender tener exactamente el mismo modelo de negocio que tenían antes del 15 de marzo. 

Hay quien dice que en un par de meses de pandemia, con el teletrabajo masivo, la digitalización en España ha avanzado más que en años. ¿Vamos a dar un salto de gigante en este aspecto?

Seguimos siendo un país de digitalización débil o media, aunque hayamos hecho mucho teletrabajo. Y eso es así porque todos los países han avanzado en este terreno también. Nos hemos dado cuenta de que para muchas reuniones no hace falta desplazarse o viajar. Eso va contra el sector transporte o de eventos, pero vamos a ser más productivos a nivel general. Eso sí que va a cambiar definitivamente.    

Las empresas no pueden pretender tener exactamente el mismo modelo de negocio que tenían antes del 15 de marzo

Santiago Carbó director de análisis financieros de Funcas

Ha hablado de la productividad, el talón de Aquiles de la economía española. ¿Veremos con toda esta ola de digitalización una mejora de la productividad por empleado?

Si nos digitalizamos, va a aumentar la productividad. Es evidente. Pero tenemos un sector servicios muy fuerte, que no tiene ganancias de productividad tan evidentes con la digitalización. Además, y como he dicho antes, nuestros competidores también avanzan en este proceso, lo que no nos va a distinguir especialmente.  

Vistos los problemas que hemos tenido para tener productos básicos de protección para sanitarios, o de material médico, como respiradores, ¿veremos una ola industrializadora en Europa y en España, como piden algunos, durante la recuperación económica?

La reindustrialización es difícil. En realidad estamos en una profundización de los procesos del sector terciario, de los servicios. Aunque podría ser que algunos productos se volvieran a hacer aquí. Pero eso es solo una parte de la economía. Además, la industrialización no la pone un gobierno, sino las empresas. Y soy escéptico sobre que se pueda reindustrializar el país, al menos a golpe de BOE. 

Soy escéptico sobre que se pueda reindustrializar el país, al menos a golpe de BOE

Santiago Carbó director de análisis financieros de Funcas

¿Hay experiencias interesantes en otros países que se podrían trasladar a la economía española para ayudarla a superar estos duros momentos? ¿Cuáles serían? En Francia o Alemania, por ejemplo, los gobiernos no han tenido sonrojo para convertirse en accionistas de empresas estratégicas como aerolíneas o fabricantes de coches.

La inversión en capital de empresas que lo necesiten debería ser muy puntual. Nacionalizar es un error. Pero esa opción está porque hay un marco de la UE que ahora permite estas ayudas de Estado. Eso sí, estos países tienen mayor músculo fiscal y unas cuentas más saneadas. Y en España puede haber más restricciones para hacer este tipo de cosas. Pero tenemos que gastar el dinero suficiente, por ejemplo, para tener sistemas tecnológicos y de inteligencia artificial para controlar los contagios. Lo que no podemos tener otra vez son los episodios de marzo, donde todos teníamos miedo y no sabíamos nada. Eso significa redoblar esfuerzos en digitalización. 

Imágenes | Santiago Carbó, iStock.com/gyn9038

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