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Cómo repensar el turismo para que sea más verde, inteligente y seguro

Cómo repensar el turismo’ es el lema del Día Mundial del Turismo 2022. Se celebra el día 27 de septiembre y lo organiza la Organización Mundial del Turismo. En torno a esta jornada se debaten los grandes puntos de la agenda del sector.

Drones para un turismo sostenible

El turismo rural sostenible se escribe con ‘t’ de tecnología

La mejora social que exige repensar el turismo

El sector se redefine, pero el protagonista sigue siendo el mismo: las personas. Sin ellas, no hay actividad. Las empresas turísticas no pueden quedarse sentadas a esperar un entorno social favorable, sino que deben promoverlo.

El primer colectivo que orienta el futuro del turismo es el de los clientes. Hay muchas razones para viajar, pero también barreras para no hacerlo: de presupuesto, tiempo, responsabilidades laborales y familiares, dificultades físicas, falta de conexión cultural…

Cada vez que una empresa idea soluciones que contribuyen a derribar alguno de esos obstáculos está abriendo nuevos públicos. Para que, además, su experiencia se vuelva más inclusiva debe ser capaz de generar armonía entre los viejos segmentos a los que se dirigía y los nuevos a los que accede.

Además, ese reto trasciende al negocio concreto y afecta todas las empresas de un destino. Cada una de ellas utiliza las herramientas del marketing mix de una forma diferente para llegar a su público particular. Pero, al mismo tiempo, un destino se fortalece cuando se crea una relación simbiótica entre todas las empresas del lugar. 

Junto a ello, el turismo es un sector de fuerte impacto social. Genera efectos externos muy significativos, tanto positivos como negativos, en personas y entidades que no participan de la actividad.

Por eso, uno de los grandes retos de los próximos años es el de impulsar el papel del sector turístico en el fortalecimiento de la cohesión social. Hay un duro trabajo organizativo para que se transparenten los beneficios externos del turismo y los compromisos para minimizar cualquier impacto negativo. En ese sentido, la orientación está clara: el turismo debe favorecer la igualdad y el equilibrio territorial e intergeneracional.

La sostenibilidad ambiental como hito imprescindible

El entorno empresarial está abordando cada día nuevas tareas ambientales. No solo se trata de minimizar impactos negativos, sino también convertir a cada negocio en parte de la solución.

El turismo juega un papel relevante en algunos de los aspectos más destacados de la agenda ambiental. Desplaza las poblaciones y los impactos (positivos o negativos) de la actividad humana. Además, los turistas tienen un comportamiento particular que hace que sus efectos deban ser estudiados y tratados de forma individualizada.

En cualquier caso, la afluencia de viajeros permite alcanzar la masa crítica suficiente para poder promover algunas soluciones más inteligentes. La llegada de muchas personas para realizar idéntica actividad en un mismo lugar facilita la realización de inversiones y la elaboración de protocolos que encaucen los impactos.

Incluso es posible transformar comportamientos que agreden a la naturaleza en palancas de conservación. De hecho, muchos clientes, tras un contacto con playas, montañas, campos y otros espacio naturales está más dispuesto a colaborar en programas sostenibles. El sector, por tanto, tiene un papel formativo e informativo en materia ambiental.

Como sucede con el impacto social, los beneficios externos ambientales suelen ser internalizables. Si la sociedad percibe que las empresas de un destino turístico están trabajando en una dirección de sostenibilidad ambiental, el ‘favor’ puede ser devuelto en forma de mejora de recursos e infraestructuras, de disponibilidad de espacios, etcétera. Acaba entendiendo que deja en buenas manos los recursos naturales.

El papel de la innovación turística

El cambio del entorno reclama soluciones adaptadas y el aliado para lograrlo es la combinación de tecnología y organización. Las nuevas herramientas digitales encuentran aplicación en la planificación, la ejecución y el control de las actividades turísticas.

El consumidor va notando ya la llegada de nuevas experiencias. Algunos campos, como la búsqueda de opciones de viaje, las reservas electrónicas, la inserción de elementos virtuales en actividades turísticas reales o la realización de pagos digitales van abriendo camino. 

Las empresas del sector viven en un contexto más proclive al desarrollo de iniciativas conjuntas que hacen los destinos más verdes, inteligentes y seguros. Los datos están transformando sus procesos de decisión. Van comprendiéndose mejor los impactos positivos y negativos del turismo y pueden anticiparse los nuevos requerimientos.

Al tiempo, la innovación turística se está trasladando a mayor transparencia. Cada vez hay más sensores, registros, detección de patrones ocultos de impacto, certificaciones, auditorías… Se está avanzando mucho en la trazabilidad de los efectos del turismo. De este modo, las buenas prácticas sociales y ambientales van siendo más creíbles.

Así, pretende superarse una vieja asimetría en la información. Para los turistas y las administraciones reguladoras, de forma progresiva, va siendo más sencillo diferenciar a las empresas que cumplen los deberes sociales y ambientales de las que no. 

Además, la tecnología está actuando como ‘despertador’. Las empresas y trabajadores van tomando mayor conciencia de los problemas y, sobre todo, de las vías posibles de abordaje. Se depuran los procesos y el personal mejora su formación y enriquece su experiencia.

Nos queda mucho viaje, pero todo apunta a que el futuro del turismo tiende a convertir al sector en una de las grandes palancas de armonía social y ambiental

Imágenes | Jacek Ulinski, Norbert Braun, Dawn McDonald, Julia Sakalouskaya en Unsplash 

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