Con la llegada del Ingreso Mínimo Vital (IMV) se habla mucho de la renta básica. Sin embargo, se trata de dos prestaciones completamente diferentes. A diferencia de las rentas condicionadas, la básica universal o básica incondicional no depende de ningún estatus más allá de la ciudadanía. Pero ¿qué es la renta básica exactamente?
¿Qué es una renta básica?
Una renta básica es un ingreso periódico no condicionado que recibimos por el mero hecho de ser ciudadanos de una región. Además de no condicionado, es irrenunciable y forma parte de los derechos básicos. En otras palabras, no necesitamos satisfacer ninguna condición mínima para acceder a una renta básica, también llamada renta básica universal (RBU) o incondicional (RBI).
¿Qué diferencias hay con otras rentas?
La diferencia principal entre la RB y cualquier otra renta es que el resto suelen estar planteadas como ayudas. La Renta Mínima (RM), conocida también como Renta Garantizada (RG) o Renta Mínima de Inserción (RMI), es un tipo ayuda social otorgada según determinados factores, como el tamaño de la unidad familiar.
La renta básica no es una ayuda, sino un derecho de ciudadanía […] que se recibe sin importar las condiciones particulares de cada individuo o núcleo familiar
Está condicionada generalmente a la búsqueda activa de empleo y se dirige a colectivos que no podrían hacer frente a un mínimo nivel de vida. Pretende cubrir las necesidades básicas y persigue la reinserción laboral. El reciente Ingreso Mínimo Vital (IMV) es un tipo de ayuda construido bajo estos principios que pretende unificar las ayudas mínimas de las comunidades autónomas.
En este sentido, la renta básica no es una ayuda, sino un derecho de ciudadanía. Una renta que se recibe sin importar las condiciones particulares de cada individuo o núcleo familiar. Pero hay otras diferencias, como que para recibir una RB no se solicita búsqueda activa de empleo ni ninguna otra condición, más allá de la nacionalidad.
¿Cómo se financia una renta básica?
Dado que la renta básica se percibe por ser ciudadano de un país, es evidente que la partida presupuestaria debe ser notable, sin importar qué cantidad se defina para la prestación o cómo contemos la prestación infantil. En España vivimos 41,9 millones de personas según el INE, de las cuales unos 6 millones aproximadamente son menores de edad y unos 8,8 son pensionistas.
Pongamos que diseñamos una RBU con 1.000€ mensuales por adulto más 500€ mensuales por menor, como la definida por Andrew Yang en Estados Unidos (con 1000 dólares), por partir de algún punto. Necesitaríamos una partida de 35.900 millones de euros mensuales para los adultos y de 3000 millones de euros mensuales para los menores. 466.800 millones de euros anuales, cerca del 37% del PIB español en 2019. ¿Es esto viable?
La pregunta no es si se puede financiar, sino cómo ponemos en marcha un mecanismo que ya tiende a una población en que la fuerza laboral es muchísimo menor a los pensionistas
Como podemos observar en la gráfica superior (gasto total mensual en pensiones) y el inferior (número de pensionistas totales), el gasto en pensiones ya tiene a día de hoy un orden de magnitud similar a esta RBU, con 115.771 millones de euros en 2019 (el 24% de la asignación de la RBU y el 9% del PIB en 2019). Son cifras muy lejanas a las del IMV (0,3% del PIB de 2019).
En otras palabras, el sistema de pensiones tanto contributivas (jubilación, incapacidad, fallecimiento) como no contributivas (invalidez, jubilación, etc.) ya requiere de uno de cada cuatro euros de los que destinaríamos a una RBU. Teniendo en cuenta que estas pensiones no dejan de subir, quizá la pregunta no es si se puede financiar una RB, sino cómo ponemos en marcha un mecanismo que, si bien es cierto que lo hace de forma muy gradual, ya tiende a una población en que la fuerza laboral es muchísimo menor a los pensionistas.
La renta básica universal desde la perspectiva del reparto de los bienes comunes
Si la RBU es un derecho de la ciudadanía, cabe preguntarse de dónde viene y por qué estaría (o no) justificada. Economistas tan variados en inclinaciones políticas como Tomás Moro (siglo XVI), Thomas Paine (siglo XVIII), Stuart Mill (siglo XIX) y Milton Friedman (siglo XX) han defendido la Renta Básica Universal desde diferentes prismas.
Con el asentamiento de la Cuarta Revolución Industrial, la llegada de la quinta, el aumento acelerado de la automatización y una economía gig cada vez más orientada a que las personas hagan trabajo de robot (una mecánica con fracaso anunciado), la RBU actual se plantea como una devolución de los factores de producción a la memoria histórica que lo hace posible, que es de todos.
Ejemplifiquemos esto con una empresa que inicia hoy su actividad. Esa sociedad se beneficia de forma directa e indirecta de sistemas de transporte públicos, que hacen a sus empleados más puntuales; redes de telecomunicaciones privadas, que sirven de armazón a su tienda online; y una estabilidad económica política, entre otros aspectos, fruto del trabajo de generaciones enteras, que estabilizan beneficios.
Todos nosotros somos beneficiarios de la memoria (en forma de conocimiento) del pasado. Pocas imágenes hay más gráficas que la evolución de los cultivos a lo largo de milenios. Si hoy disfrutamos de sandías de varios kilogramos, en lugar de pequeñas bayas ácidas del tamaño de nueces, ha sido gracias al conocimiento acumulado durante muchos siglos.
La RBU se plantea actualmente como la forma de destinar parte del beneficio ‘de todos’ a la población. Lo que implicaría gravar la generación de capital, algo que ya hacemos a través de impuestos. Desde la Red Renta Básica se proponen algunas medidas de financiación:
- IRPF, con las rentas más altas por encima del 50%. Entre 1940 y 1985 países como Reino Unido o Estados Unidos tuvieron tipos máximos superiores al 90%, lo que no supuso un freno al desarrollo, como se puede ver en el gráfico inferior.
- Combinar con impuestos sobre el patrimonio. Tasar el 1% de la riqueza del 10% más rico recaudaría 10.000 millones de euros anuales.
- Impuestos ambientales. España es uno de los países con menor imposición por contaminar y que sumarían entre 6.000 y 8.000 millones de euros.
- Destopar las bases de cotización de la Seguridad Social. En este caso, España es un país único en su entorno con este tope. Sumaría entre 7.000 y 10.000 millones de euros más.
¿No generará inflación sin control?
Aunque pueda parecerlo, no tiene por qué. Existe una confusión de base sobre los mecanismos de expedición de la renta básica. Si esta se hiciese a costa de imprimir dinero extra, sí podríamos entrar en una espiral hiperinflacionaria. Sin embargo, el ‘helicóptero de dinero’, que es como se llama a esta forma de reparto, no se realizaría materializando dinero de la nada.
Peter Praet, el economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), ha defendido en numerosas ocasiones destinar el capital dedicado a la compra de deuda para dárselo directamente a las personas, habida cuenta del poco impacto que han tenido medidas como la compra de deuda. Según este economista, podríamos dar una renta de 1300 euros al mes a todos los ciudadanos europeos.
De momento, ninguna política basada en el reparto de riqueza ha derivado en inflación. Tampoco en una menor actividad económica
Hasta ahora, no se ha encontrado relación medible entre inflación y rentas garantizadas o rentas mínimas. Tenemos ejemplos en África, México, India, Alaska (donde su programa de dividendos sociales lleva décadas funcionando), o de la FAO con los casos de Zambia, Etiopía, Sudáfrica o Lesoto, entre otros. De momento, ninguna política basada en el reparto de riqueza ha derivado en inflación. Tampoco en una menor actividad económica, sino lo contrario.
¿Qué consecuencias sociales tendría una RBU en España?
Si el IMV se extiende a todos los grupos de población y se convierte en una RBU, probablemente tengamos beneficios positivos como los que hemos observado con los experimentos de RB en Finlandia o África. En el continente no se han observado ninguna de las condiciones negativas esperables, tales como el aumento de consumo de drogas, de la pereza o de natalidad. En su lugar, se observó una disminución de los embarazos juveniles en un 34%, aumentó la fuerza de trabajo una cantidad similar, se mejoró la educación (especialmente de los más jóvenes) y se aumentó la demanda de productos de mayor valor.
En el caso de Finlandia, cuyo proyecto piloto de dos años terminó hace unos meses, se observaron muchos puntos positivos:
- Mayor estabilidad laboral.
- Mayores tasas de estudio.
- Mayor búsqueda de empleo de calidad.
- Un aumento de seis días laborales al año entre los que cobraban la renta respecto a los que no lo hacían.
- Disminución de los niveles de estrés derivados de la incertidumbre.
De hecho, una de las mayores defensas por la renta básica no radica en la estabilidad económica, sino en la tranquilidad mental ganada. No se ve como una ayuda, sino como una base desde la cual apoyarse para seguir formándose. Algo particularmente útil en una economía de automatización acelerada.
¿Cómo afectará una renta básica al empleo?
A partir de este punto entramos en casos hipotéticos, pero se espera que una RBU se convierta en un motor acelerado de innovación empresarial. Un dinamizador de la economía. El motivo es que este ingreso permite a los estudiantes seguir formándose para optar a empleos de mayor valor añadido, aparte de fomentar el emprendimiento y desincentivar los trabajos mal pagados.
De hecho, se espera que afecte directamente a estos últimos. En la actualidad, buena parte de la economía gig se basa en que las personas aún realizan tareas automatizables cuyo coste de inversión robótica es elevado. Pero si la fuerza laboral disponible para estas tareas se reduce lo suficiente, y por tanto aumenta el salario demandado, las empresas optarán por automatizar aún más, prescindiendo de una fuerza laboral precaria como los riders.
Es por ello que desde el BCE, y desde posturas tan dispares como el liberalismo o el socialismo económico, se defienden este tipo de rentas que, a la larga, han de ser vistas como una inversión en empleos de calidad que a su vez hacen de motor del desarrollo. Y es que la RBU es ‘solo’ una herramienta, una pequeña parte de la política económica.
Imágenes | Unsplash/Matthew Waring, iStock/MangoStar_Studio, Researchgate
