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La logística inversa, aliada de la sostenibilidad

La logística inversa se ha convertido en una baza importante para la sostenibilidad. Muchas de sus prácticas facilitan la eficiencia y una gestión más inteligente de recursos, bienes, servicios y residuos.

El espacio logístico inteligente, los almacenes se vuelven smart en la última milla del e-commerce

Qué es la logística inversa

En general, la logística implica un conjunto de labores de aprovisionamiento, transporte, almacenamiento y distribución. Su flujo normal va desde los primeros productores de materias primas hacia los consumidores finales de los bienes y servicios.

Sin embargo, en la logística inversa el recorrido es el contrario. Busca organizar las actividades de retorno. Esta cadena, por tanto, va haciendo que determinados bienes, recursos o residuos regresen a su punto de partida.

Su éxito radica tanto en la minimización de los costes de esa vuelta al origen como en obtener un resultado provechoso. Un objetivo habitual es la reducción del consumo de diversos tipos de recursos y la eliminación de desperdicios y productos defectuosos.

En ese sentido, no todo es transportar, sino también planificar bien. Así, en la organización de las devoluciones de los consumidores, es crucial disponer de protocolos que hagan que pocas veces tenga que producirse. En la actualidad, se trabaja mucho en herramientas informáticas que predicen qué es lo que puede no encajar a un cliente y cómo puede prevenirse su descontento. 

Además, en las fases finales del proceso logístico hay que diseñar unos procesos que garanticen el mejor uso. En unos casos corresponderá realizar una reparación, en otros un desmontaje por piezas, un reciclaje, la búsqueda de un nuevo destinatario, una reutilización…

Y, por supuesto, esta actividad debe tener un buen encaje con el resto de la logística. Si no sabemos gestionar bien las devoluciones, perderemos clientes. Si no reciclamos o gestionamos los residuos, perderán sentido muchas de nuestras ventas. Si no somos capaces de retirar los elementos deteriorados, el fallo puede interferir en todas las etapas sucesivas de los procesos. Son muchos los ejemplos de cómo ambas partes de la logística guardan una relación íntima.

Cómo ayuda a la sostenibilidad

Por un lado, ayuda a evitar desperdicios y consumos extraordinarios de recursos. Una estrategia que intente reducir los retornos innecesarios ajusta mejor los procesos a los verdaderos requerimientos de los clientes y de cuantos les siguen en la cadena. La tendencia acaba siendo no producir de más. También se cuidan más las entregas y los almacenamientos para evitar las devoluciones. 

Otro aspecto clave es la gestión de los residuos. Los productores de los bienes retornados mantienen mucho conocimiento sobre sus características físicas y químicas. Así, es más sencillo que puedan participar en protocolos de retirada que se ajusten a las exigencias legales y que, al mismo tiempo, gracias a todo lo que saben, minimicen los costes y riesgos.

Además, la logística inversa suele tener un papel determinante en muchas prácticas de economía circular. En particular, el retorno a los productores facilita que estos puedan valorar cuándo hay que realizar una operación de mantenimiento o cuándo puede producirse una reutilización con garantías. Se prolonga, de este modo, la vida útil de los productos.

En definitiva, la logística inversa aporta una visión más profunda del conjunto de las actividades. Gracias a ello, pueden desarrollarse iniciativas que pongan en mayor armonía al ser humano con la naturaleza.

La importancia de la colaboración entre empresas

La logística es una de las actividades más colaborativas de la economía actual. En ella, están implicadas muchos sectores económicos como los productores industriales y primarios; los distribuidores; los servicios de transporte; los gestores de los trámites administrativos; certificadores del cumplimiento de normas y estándares voluntarios; proveedores de equipos, dispositivos y soluciones informáticas… Además, la introducción de sucesivas etapas de transformación hace que se multipliquen las tareas logísticas. 

En algunos casos, una misma empresa puede integrar verticalmente varias de las actividades. Sin embargo, es habitual que tengan que intervenir varias, dado el alto nivel de especialización que exige cada una de las tareas.

Cuando hablamos de logística inversa, la necesidad de colaboración se redobla. Tengamos en cuenta que en el itinerario habitual, los negocios tienden a ser clientecéntricos. En las actividades de retorno, hay que tener muy en cuenta las circunstancias de los proveedores.

Por ello, las empresas del final de la cadena, en especial los distribuidores y transportistas, deben mostrarse especialmente flexibles. Pueden tener que insertarse en protocolos que suelen organizar los productores con el auxilio cada vez más significativo de empresas tecnológicas. Y eso es todo un desafío cuando se trabaja con muchos fabricantes que tienen visiones y necesidades diferentes.

El consumidor, por su parte, exige que todo fluya con sencillez y que quede constancia de que se cumplen los requisitos ambientales. Sin embargo, no siempre es fácil visibilizar los esfuerzos de las empresas implicadas.

Por tanto, los pequeños negocios deben estar preparados para realizar sus aportaciones a la logística inversa. En muchos casos, hay que realizar operaciones diferentes en las distintas cadenas en las que participan. La actitud colaborativa es imprescindible.

Imágenes | Globelet Reusable, Killari Hotaru, David Vives, fadly suhada en Unsplash

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