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Lidia Parra (Asemdis): “El prejuicio es la primera barrera para el emprendedor con discapacidad”

Hace apenas un par de años, un colectivo de emprendedores con discapacidad organizó una serie de reuniones virtuales con un objetivo en mente: unir fuerzas al servicio de aquellos miembros de su colectivo que desean sacar adelante una empresa. Así nació la Asociación de Emprendimiento y Discapacidad (Asemdis), que, desde entonces, ocupa este nicho de representación social.

En su entrevista con HDE, Lidia Parra, presidenta de la organización, niega con vehemencia que la discapacidad suponga déficit alguno en el potencial de una persona para construir un proyecto. Muy al contrario, señala los socavones que dificultan el camino y que la sociedad debe identificar y subsanar: la falta de acceso a la financiación, las insuficientes ayudas públicas y, sobre todo, los tópicos.

Asemdis nació tras una serie de encuentros digitales entre varios profesionales y emprendedores. ¿Cómo han cambiado las nuevas tecnologías el paradigma del asociacionismo?

Evidentemente, han cambiado el paradigma del asociacionismo y todos los demás. Nos encontramos en la era de la información y de la comunicación, esto nos permite acercarnos cuando de otra manera no sería posible. 

Respecto a los que nos afecta a Asemdis, hemos de tener en cuenta que somos un grupo minoritario, por lo que tener la oportunidad de encontrarnos en un punto virtual, seamos de Galicia, Barcelona, Sevilla o Almería, nos ha permitido conocernos y trabajar en unión, para organizarnos como una entidad que quiere mejorar el emprendimiento con discapacidad.

Aunque es cierto que el contacto y el calor de lo presencial es muy necesario y en algunos momentos se necesita. El contacto presencial hace que aumente la empatía, el respeto y el buen hacer, pues el lenguaje no verbal se pierde un poco a través de un ordenador.  

Según el Libro Blanco sobre Emprendimiento y Discapacidad, elaborado entre otros por la ONCE y Asemdis, la tasa de personas con discapacidad activas con empleo es casi tres veces inferior a la de aquellas sin discapacidad. ¿A qué obstáculos se enfrentan las personas con discapacidad en el mundo laboral, más allá de los evidentes?

La primera barrera es, sin duda, el prejuicio colectivo que hay hacia las personas con discapacidad, el estereotipo que perfila al discapacitado como persona menos válida. La sociedad se ha subido en un tren de alta velocidad en el que, si necesitas más tiempo y no caminas al ritmo de todos, te quedas atrás. 

Yo diría que el tiempo es lo más relevante como obstáculo. La mayoría de las personas con discapacidad leemos más lento o escuchamos y procesamos la información más lento, caminamos más lento… Esto deriva en un rechazo social por una supuesta falta de efectividad o no estar a la altura del puesto de trabajo. Para muchos, subirnos en aquel tren del que hemos hablado supone un esfuerzo extra respecto al que realiza cualquier persona sin discapacidad. Y nadie valora ese esfuerzo; al contrario, está penalizado.

También nos enfrentamos al miedo del empresario o del contratante por asociar la discapacidad a problemas de salud en los que tienes bajas laborales constantes y un bajo rendimiento. Esta creencia es errónea, pues puedes tener una discapacidad y no necesitar ir al médico en años.

En definitiva, el principal problema y donde creo que se resume todo es en la falta de información y educación en atención a la diversidad, el desconocimiento de las personas que lleva a falsas creencias y a relaciones estigmatizadas.

A pesar de que, en general, los salarios de los empleados con discapacidad son más bajos, la tasa de los que se deciden por emprender es menor que entre la población general. ¿Cuáles son las causas de esta incongruencia y cómo se le puede poner remedio?

Tengamos en cuenta que no todo el mundo siente la llamada del emprendimiento. Emprender es duro y exige decisión, planificación y constancia; y dentro de todo el colectivo de personas con discapacidad somos una minoría los que optamos por el emprendimiento.

También hemos de pararnos a pensar en la parte educacional que hemos tenido en España: en muchas ocasiones se pasa del rechazo a la sobreprotección. Evidentemente, la sociedad tiene que educarse en la diversidad, pero la persona con discapacidad debe de estar preparada. La actitud y el empoderamiento de la persona es algo para reflexionar detenidamente. 

Muchas personas con discapacidad pueden sentirse poco capaces, fruto de una sobreprotección familiar y social. Esta actitud nos lleva al victimismo y a la resignación y, como consecuencia, a la aceptación de trabajos con salarios bajos. 

Pero esto está cambiando. Las personas con discapacidad se están ocupando de formarse y de estar preparadas y esta es la solución a este problema: invertir en adaptar el entorno, los estudios, los trabajos, para poder participar plenamente de las capacidades de cada persona.

¿Es esta situación un reflejo de la poca cultura emprendedora en España o el resultado de unas políticas públicas deficientes hacia el colectivo?

Por supuesto, me inclino por la suma de ambas opciones. El funcionariado y la estabilidad económica siempre han sido un atractivo para todos los españoles dentro de esta sociedad del bienestar; al igual que las políticas públicas no han apoyado el emprendimiento con discapacidad. Tenemos mucho que aprender como sociedad. Y nosotros, como colectivo, mucho que reivindicar.

¿Qué le pide Asemdis al legislador?

Pues pediríamos muchas cosas, pero para empezar podríamos definir varias líneas.

La primera se refiere a la educación de la sociedad: podríamos hablar de que en cada empresa o en cada organismo público pudiera haber un delegado de atención a la diversidad; alguien que pudiera conocer el tema y mediar, ayudar o colaborar en las necesidades de las personas. Me refiero a la hora de leer un documento, de organizar una solicitud o de facilitar la ubicación de unas instalaciones, alguien que supiera dar ese soporte puntual ante una necesidad específica.

Por otro lado, como emprendedores con discapacidad se nos presentan situaciones de atención laboral que se salen del aspecto técnico al que nos dedicamos; situaciones que vienen derivadas de la discapacidad y que exigen la ayuda de una tercera persona y su tiempo de trabajo. Para esto, lo perfecto sería poder crear la figura de la Persona de Apoyo Laboral (PAL), que pudiera cumplir con este objetivo y su contratación pudiera ser bonificada. 

Podríamos hablar también de ayudas a una jubilación anticipada o parcial, dirigidas a emprendedores con discapacidad que presentan una patología degenerativa y que en el futuro no podrán estar pagando los mismos impuestos que ahora, ya que por causas de la patología han perdido funciones necesarias para sus actividades. 

Por otra parte, cuando queremos solicitar financiación nos encontramos con el problema de los seguros de vida vinculados a la operación de préstamo o crédito. Muchas entidades no se ‘arriesgan’ a hacerlos o, si lo hacen, el coste es sumamente elevado, mucho más que el que aplicarían a cualquier otra persona. O los seguros de salud, que directamente por tener discapacidad no nos los hacen.

Equipo directivo de Asemdis

Asemdis ofrece información, asesoramiento, formación, intermediación y visibilidad a las personas con discapacidad que quieran crear una empresa o trabajar por cuenta propia. ¿Cuál de todos estos servicios es el más crítico para el colectivo?

Evidentemente, el más crítico e importante es la intermediación, que tiene que ver con la sensibilización y la visibilización. Hasta ahora no había una asociación de representación de emprendimiento y discapacidad, y ahora, sí.

En este colectivo tenemos el derecho y la obligación de cambiar cosas, es el momento de salir y plantear nuestras necesidades. Debemos mediar entre las entidades y los organismos que trabajan para las personas emprendedoras con discapacidad para poder aportar más valor a la idea, a la empresa y al emprendedor. Y apostar por sentar una base segura donde el emprendimiento sea estable y duradero, maximizando la tasa de éxito.

Nuestra ambición es representar a tantas personas emprendedoras con discapacidad ante grandes entidades como Fundación ONCE o CERMI, porque intermediando con organismos y entidades públicas y privadas podremos ir generando cambios. Si tú mismo has vivido una determinada situación y luchas por el cambio, la fuerza que se genera es mucho más potente.

Las personas con discapacidad intelectual o trastornos mentales son las que peores tasas de ocupación tienen. ¿Cómo se puede estimular el autoempleo y la creación de empresas como una salida para este colectivo?

Claramente, planificando programas de emprendimiento con apoyo. Actualmente, la discapacidad intelectual es la que genera más restricción a la hora del emprendimiento, pero existen programas que lo están promoviendo como opción laboral.

He de señalar que, en determinadas ocasiones, el emprendimiento ha servido como alternativa para aquellas personas con déficit intelectual que no han tenido suerte en un trabajo por cuenta ajena; bien porque han sido rechazadas muchas veces o porque han sido encorsetadas en un trabajo. Actualmente, ya existen este tipo de programas que, además de llevar a cabo una labor de apoyo para el impulso de la vida laboral de estas personas, traen consigo también un desarrollo personal.

Los autónomos con discapacidad cuentan con una serie de ventajas fiscales, como períodos más amplios de reducción de la cuota a la Seguridad Social. ¿Cuáles son las reivindicaciones de Asemdis en el ámbito tributario?

Se trata de la primera reivindicación que venimos reclamando, ya que consideramos que es la más importante para nuestro colectivo y la que proporcionaría un mayor impulso a todas aquellas personas que quieren dar el paso de emprender. 

Necesitamos una tarifa plana durante un periodo mayor de tiempo. En nuestra experiencia no debería ser inferior a tres años, que es el período promedio que necesita un negocio para consolidarse. Transcurrido ese tiempo, el autónomo debería tener una bonificación en las cuotas durante toda su vida laboral, llegando incluso a la tarifa cero para aquellos nuevos autónomos con proyectos innovadores que tengan como objetivo el desarrollo tecnológico aplicado a la discapacidad.

Otro de los aspectos con los que estamos teniendo muchos problemas son los gastos que Hacienda nos permite desgravar, por lo que solicitamos un aumento del porcentaje fijo para los autónomos con discapacidad. Con ello, conseguiríamos ajustarnos con mayor precisión a las nuevas cuotas de autónomos que entrarán en vigor en 2023.

También pedimos mayores deducciones en el Impuesto a la Renta de Personas Físicas (IRPF), en concreto, en la bonificación especial relacionada con los seguros de cobertura propia y familiar. Y una mayor deducción en las aportaciones a los planes de pensiones.

Se habla mucho de los hándicaps, pero poco de las aptitudes. ¿Cuáles son las capacidades extra que un emprendedor con discapacidad, por su experiencia y bagaje personal, puede aportar a un proyecto empresarial?

Fuerza, constancia, resiliencia, superación, foco. Y, en la mayor parte de los casos, un profundo conocimiento de su sector, debido a que son emprendimientos que buscan satisfacer unas necesidades que tenemos como usuarios y que no están cubiertas por el mercado. 

Me gustaría terminar con un aspecto positivo como es la implantación de la tecnología en nuestros proyectos, que hace que tengamos un futuro muy esperanzador, donde muchas de las discapacidades que ahora tenemos serán minimizadas. 

Por José Sánchez Mendoza

Imágenes | Asemdis

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