helado banana de Copenhague

Empresa

Banana: la heladería danesa que convierte los desperdicios en dulces

Cerca de la mitad de las frutas y vegetales que se producen para consumo humano acaba en la basura. El dato es demoledor.

Pero una empresa danesa ha sabido ver una oportunidad donde el resto solo veía basura.

La historia de Banana, la heladería de Copenhague que convierte lo que estaba destinado a convertirse en desperdicios en dulces veganos, empieza en Hawái. Todavía no han cumplido dos años, pero su éxito en el food market de Torvehallerne ha resultado en una segunda tienda en la capital danesa. Sueñan con convertirse en una franquicia internacional. De hecho, sus planes inmediatos pasan por abrir cinco tiendas en Shanghái en el próximo año.

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El problema del desperdicio de alimentos

En los últimos años han surgido multitud de proyectos que buscan aportar su granito de arena para reducir el desperdicio de alimentos. Aplicaciones como Too Good to Go, que permite a ciertos establecimientos vender sus excedentes de comida, o movimientos como Stop Spild af Mad, también danés, persiguen cambiar el modelo de consumo para que la comida no acabe en la basura. Y no es para menos.

El plan es abrir cinco tiendas en la ciudad china durante el próximo año y darle forma al sueño de una franquicia internacional

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), cada año acaban en la basura 1.300 millones de toneladas de alimentos. Un tercio de todo lo que se produce en el planeta. En los países industrializados, esto supone la pérdida anual de 680.000 millones de dólares (310.000 millones en los países en vías de desarrollo). Por tipos de alimentos, cerca del 50% de las frutas y verduras producidas acaba en la basura, junto al 35% de la carne y el pescado y el 30% de los cereales.

Mientras en los países no industrializados el 40% del desperdicio se genera en la fase de producción, en los países desarrollados el mayor porcentaje de desperdicio lo genera el consumidor. Según la FAO, los estándares de calidad que priman en exceso la apariencia son otra de las causas más importantes detrás del desperdicio en los países desarrollados. Por eso la heladería danesa hace hincapié en que usan grimmer bananer, o bananas feas, en todos sus helados.

helado banana de Copenhague

Los orígenes del helado Banana

Christian Cordius y Jacques Noerbo, los fundadores de Banana, no aterrizaron en Copenhague por casualidad. Es cierto que son daneses, pero su proyecto tenía que empezar en una de las capitales del mundo contra el desperdicio de comida. Allí, hace más de una década que iniciativas como Stop Spild af Mad o proyectos como We Food impulsan el debate público sobre el desperdicio alimentario. Los resultados están ahí: Dinamarca ha logrado reducir un 25% el despilfarro de comida.

La historia de Banana, sin embargo, empieza en Honolulu, capital de Hawái. En 2017, Cordius y Noerbo se encontraban allí de intercambio. Sus compañeros de clase no dejaban de hablar de un helado a base de plátanos maduros y sin productos lácteos. Así que lo probaron y decidieron que esa era una idea que podían importar a Dinamarca. Eso sí, tenían que dar con un producto más sano, ya que la versión original hawaiana tenía gran cantidad de azúcar añadido.

Así que, inspirados por Hawái, aterrizaron en Copenhague con la idea de crear una receta de helado vegano sin azúcar añadido, solo con el dulzor de la fruta. Y, por qué no, utilizando productos demasiado maduros que estaban destinados al basurero. La receta tomó forma en lo que hoy es el helado insignia de la marca a base de plátanos, agua, zumo de limón, vainilla y dátiles.

El crecimiento y los planes de expansión

La idea de emprendimiento tomó forma con el apoyo de las aceleradoras de startups Copenhagen Food Space y Growing Foods CPH y el fondo de innovación InnoFounder. Después llegó el acuerdo con la cadena de supermercados Irma para utilizar los plátanos maduros de 25 de sus tiendas en Copenhague. La primera tienda se convirtió en realidad en verano de 2018 en el food market de Torvehallerne, un espacio bastante exclusivo en el centro de la capital danesa. Poco después, a principios de este año, llegó la segunda tienda, su flagship store a orillas del canal central de Copenhague, en Broens Gadekøkken.

En búsqueda de apoyos e inversores para sus primeras tiendas, Christian Cordius y Jacques Noerbo retomaron el contacto con un antiguo amigo, Nikolaj Moesgaard, asentado en Shanghái como emprendedor. De momento, están presentado la idea en festivales de comida y escuelas de cocina. Pero el plan es abrir cinco tiendas en la ciudad china durante el próximo año y darle forma al sueño de una franquicia internacional.

“Con Banana podemos demostrar que la alimentación saludable no tiene que ser algo inalcanzable. Podemos crear algo que realmente tenga valor reutilizando alimentos. Si, además, es delicioso y divertido, se convierte en un buen lugar de trabajo y genera un ambiente social agradable, no habrá límites para Banana”, señalan Christian Cordius y Jacques Noerbo.

La innovación en el sector alimentario está a la orden del día. Desde las granjas 4.0 hasta las impresoras de comida. De la reinvención de los bares a apps como Eatwith. Esta vez, la oportunidad de negocio estaba escondida en una cesta llena de plátanos demasiado maduros.

Imágenes | Banana

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