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Gay de Liébana: «Si tuviéramos a un Donald Trump, la gente a lo mejor pensaría en invertir»

José María Gay de Liébana, profesor de Economía en la Universidad de Barcelona, lleva años divulgando sobre cuestiones financieras y contabilidad en medios de comunicación generalistas y en foros diversos. Conocido por sus apariciones en programas de televisión de máxima audiencia, acaba de sacar un libro, ‘Revolución tecnológica y nueva economía’, donde desvela algunas de las claves de los modelos de negocio y de la operativa de cinco de las principales tecnológicas del mundo: Apple, Alphabet (Google), Microsoft, Amazon y Facebook. 

Además, en el libro, Gay de Liébana aprovecha para tirar de las orejas a las empresas españolas que, en general, siguen sin apostar por la innovación. Y también arremete contra una Europa abocada a un papel secundario en la economía mundial y lastrada por “una inflación legislativa y reglamentaria”. En su habitual estilo didáctico y muy directo, reparte mandobles aquí y allá, pero también identifica y alaba los modelos de gestión que funcionan en el nuevo orden digital.

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En el libro, hace un análisis de los balances financieros de las cinco tecnológicas estadounidenses que dominan el panorama corporativo mundial: Apple, Alphabet (Google), Microsoft, Amazon y Facebook. ¿Qué tienen en común y cómo se explica su posición de predominio?

Estas compañías lo que tienen sobre todo es dinero, salvo Amazon. El activo tradicional se sustituye por tener dinero. No hay activos superfluos, innecesarios, sino activos puros vinculados a la actividad de la empresa. 

De todas las grandes tecnológicas que analiza, ¿cuál considera mejor gestionada y a cuál le ve más futuro?

Yo veo muy bien sobre todo a Alphabet, que está avanzando en líneas de investigación relacionadas con la medicina y la salud. Justo hace unas semanas Alphabet ha alcanzado el billón de dólares de capitalización bursátil y está demostrando ser una compañía con mucho futuro.

Las grandes tecnológicas exhiben un dimensionamiento muy adecuado del gasto. Tienen estructuras muy livianas

José María Gay de Liébana profesor de Economía en la Universidad de Barcelona

En Alphabet solemos ver solo el buscador Google, pero tiene mucha inteligencia artificial para el sector sanitario. Además, es una compañía muy bien capitalizada y más bien poco endeudada. También me inspira confianza Microsoft, que durante unos años parecía aletargada, pero que con la nube parece que va sabiendo lo que tiene que hacer.

Gay de Liebana

En líneas generales, ¿qué puede aprender una empresa o un empresario español de estos gigantes a nivel contable y de gestión financiera?

Sobre todo el manejo de los activos. Es decir, cómo se tiene que invertir. Estas grandes compañías demuestran lo recomendable que es hacer una inversión muy vinculada al negocio y dejar otras tentaciones. El tener efectivo es clave también. En cuanto a la estructura de la cuenta de resultados, las grandes tecnológicas exhiben un dimensionamiento muy adecuado del gasto. Tienen estructuras muy livianas.

Leyendo el libro llama la atención la capacidad de estos gigantes de generar y mantener recursos propios y cash. Así como de depender tan poco de la financiación externa (bancaria), algo de lo que sí han abusado las españolas en los tiempos de bonanza. ¿Tenemos mucho que aprender?

Este es uno de los mensajes que siempre estoy lanzando. Aquí hemos jugado mucho con los riesgos del apalancamiento financiero, que acaba en la crisis de 2008 y en todas las consecuencias que tuvo. Tradicionalmente, la economía española ha acumulado deuda. Y al final eso nos ha jugado una mala pasada. 

Yo veo muy bien sobre todo a Alphabet, que está avanzando en líneas de investigación relacionadas con la medicina y la salud

José María Gay de Liébana profesor de Economía en la Universidad de Barcelona

Uno de las aprendizajes de estas compañías es que la capitalización es fundamental para estar saneados. También es cierto que el mercado financiero funciona de forma distinta a ambos lados del Atlántico. Aquí funciona básicamente la deuda bancaria y cuando una empresa emite unos bonos se la ve como un bicho raro. La enseñanza clave que deben aprender nuestros empresarios de estos grandes players tecnológicos es que hay que estar sana y moderadamente endeudados, y que deben estar capitalizados.

Usted habla de “la economía disruptiva”. ¿Qué es y cómo cambia la forma en que las empresas deben desarrollar su estrategia?

La tecnología ha roto las etapas tradicionales en la comercialización de bienes y servicios. Esto ha sido un proceso muy brusco y que se ha dado en muy poco tiempo. También la manera de producir ha cambiado. Hoy Uniqlo, por ejemplo, solo tiene robots en su fábrica de Japón. 

En España tenemos un modelo de empresa chapado a la antigua. Nos hace falta espíritu emprendedor

José María Gay de Liébana profesor de Economía en la Universidad de Barcelona

El problema es que en España estamos estamos un poco rezagados. Tenemos un modelo de empresa chapado a la antigua. En el Ibex35 tenemos prácticamente a las mismas empresas que hace años. Nos hace falta espíritu emprendedor y una revolución empresarial profunda. La transformación digital de las empresas de este país lo deberán liderar los millennials, asesorados por la gente con más experiencia.

Ahora los agricultores españoles, por ejemplo, se manifiestan, y yo creo que tienen toda la razón del mundo. Pero también le digo al campo que tiene que buscar otras vías de comercialización más allá de la cooperativa de toda la vida. Es el reflejo de un España con un tejido empresarial retrasado. 

Compara a las grandes tecnológicas, que en algunos casos llevan muchos años en el trono empresarial mundial, con tenistas eternos como Nadal o Federer. ¿Cuál es el secreto de unos y otros para mantenerse arriba a pesar del empuje de los de abajo y de unos mercados cada vez más cambiantes?

Yo sobre todo hablo del caso de Microsoft como ejemplo de supervivencia, y lo comparo con los de Rafa Nadal, Federer o Djokovic en el tenis. Microsoft está en el mercado desde los años 90 entre las grandes empresas por capitalización bursátil y sigue ahí. Microsoft se ha sabido reinventar. Bill Gates dio el relevo a Steve Ballmer y luego la dirección ha pasado a Satya Nadella.

De Federer o Nadal han dicho muchas veces que estaban acabados. Pero han aguantado dosificándose porque ven que ya no tienen la pujanza de los jóvenes. Rafa Nadal ha cambiado el saque. Además, antes era defensivo y ahora toma la iniciativa. Antes se ponía un poco por detrás de la línea de fondo, y ahora se pone un poco por delante. Antes no subía a la red y ahora volea de padre y señor mío.

Estos grandes tenistas tienen la capacidad para ir cambiando en función de lo que los jóvenes están haciendo. Son conscientes de sus carencias y las suplen con ingenio.

Gay de Liebana

Europa castiga a las tecnológicas porque tiene un clarísimo complejo de inferioridad

José María Gay de Liébana profesor de Economía en la Universidad de Barcelona

Es muy crítico con Europa, que no ha sido capaz de mantener sus empresas en el top empresarial mundial y que vive lastrada por un exceso de burocracia y regulaciones. Incluso califica de “vendetta” el intento de obligar a los gigantes estadounidenses a pagar los impuestos allí donde hacen realmente el negocio y no en países con fiscalidades más atractivas. Sin embargo, ¿no cree de justicia una cierta regulación para evitar que corporaciones que hacen varios miles de millones de euros de facturación en un país como España paguen al final los impuestos de una pyme de 20 empleados?

Europa es el segundo PIB del mundo, pero está totalmente anquilosada y decaída. Le falta entusiasmo. Es una Europa que se mira para adentro y donde los ciudadanos estamos sobre todo pendientes del “qué hay de lo mío”, de la pensión, del subsidio, etc. Europa está envejecida y la capacidad adquisitiva de los europeos va disminuyendo año a año.

Además, el crecimiento para las grandes tecnológicas no está viniendo por Europa, y en los próximos años van a mirar más al resto del mundo, a las economías emergentes y donde empieza a haber una clase media floreciente y con mayor poder adquisitivo.

Lo voy a decir en plan bestia: si tuviéramos a un Donald Trump, la gente a lo mejor se pensaría lo de invertir

José María Gay de Liébana profesor de Economía en la Universidad de Barcelona

Europa castiga a las tecnológicas porque tiene un clarísimo complejo de inferioridad. Los europeos no hemos sido capaces de tomar la iniciativa en el mundo y no hemos tenido esa chispa tecnológica. Hoy vemos que, en el escalafón empresarial, estadounidenses y chinos están por delante nuestro.

Sobre los impuestos que se pagan, tengo que decir que el negocio de las tecnológicas en España es una birria. Para las tecnológicas el mercado español es muy poco importante. Por otro lado, estas multinacionales cumplen y lo que hacen es que el impuesto de sociedades lo instrumentan en los países con un régimen fiscal beneficioso. Estas empresas pagan sus impuestos, y eso lo reflejo en mi libro, pero juegan con estrategias fiscales determinadas que le permiten diferir los pagos, por ejemplo.

En 2050 ve a China e India dominando el escenario económico mundial, y en un lugar muy discreto a los países europeos y sobre todo a España. Parece ser que el sitio en el escalafón lo marcará sobre todo la inversión en I+D, un parámetro que en España se mueve en marcas “ridículas”. ¿Qué se puede hacer para revertir la situación?

En I+D estamos claramente en segunda división. Pero con el panorama político de este país, no creo que vaya a haber nadie que invierta aquí. Lo voy a decir en plan bestia: si tuviéramos a un Donald Trump, la gente a lo mejor se pensaría lo de invertir. Cualquier empresa tecnológica se va a ver castigada con la ‘tasa Google’, por ejemplo.

Las empresas que lideran el Ibex35 son las que lideraban la Bolsa hace ya 40 años. Estamos en la misma dinámica de siempre

José María Gay de Liébana profesor de Economía en la Universidad de Barcelona

Además, las empresas que lideran el Ibex35 son las que lideraban la Bolsa hace ya 40 años. Estamos en la misma dinámica de siempre. Falta empuje para cambiar el país, tanto a nivel político como de la ciudadanía. Este análisis lo hago extensivo a Europa, con la excepción de Portugal, Irlanda y Holanda.

La productividad es el parámetro que marca en cualquier país la riqueza, los salarios y en definitiva el bienestar social. Sin embargo, este factor sigue siendo el talón de Aquiles de la empresa española. Dice que en nuestro país las compañías han mejorado sus posiciones gracias a la devaluación salarial. Pero ese modelo de crecimiento tiene sus días contados. ¿Cómo podemos revertir la situación y empezar a mejorar la productividad?

No tenemos en España muchos productos y servicios que el resto del mundo quiera comprar. Y, por otro lado, tenemos un déficit de formación y cualificación de la gente. Si se mira la EPA, uno descubre que el 50% de los parados no tienen formación. Por eso no podemos tener la productividad necesaria. 

El 68% de nuestro PIB son servicios, mientras que la industria, que es una columna fundamental en cualquier economía, ha bajado al 11%, cuando en los años 80 era el 30% de la economía. Además, somos un país de servicios de bajo valor añadido. Somos un país comercial, pero de productos low-cost y no de un comercio de lujo. En España no hay visos de que vaya a subir la productividad. 

Imágenes: Deusto

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