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Los errores empresariales en torno a la figura de Michael Jordan

Michael Jordan ha sido, para muchos, la figura deportiva más importante e icónica del siglo XX. Sus éxitos en la NBA transcendieron la cancha, convirtiéndolo en un mito del baloncesto y en todo un icono cultural que tuvo un impacto sin precedentes en el márketing deportivo.

Sin embargo, la carrera de Jordan, igual que la de otros deportistas, no estuvo exenta de errores empresariales. El reciente documental emitido por Netflix ‘The Last Dance’ ha sacado a la luz algunos de ellos, sobre todo debido a decisiones controvertidas o, directamente, erróneas que cambiaron la historia de este deporte y, de paso, catapultaron a Michael Jordan a la categoría de icono.

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El error de Portland en el draft de 1984

Antes incluso de llegar a la NBA, Jordan ya daba que hablar. A principios de los años 80, y después de una carrera meteórica en la Universidad de Carolina del Norte, estaba preparado para dar el salto al baloncesto profesional. Los analistas le situaban en el número 1 del draft de 1984, pero la obsesión del baloncesto de la época por un pívot dominante hizo que Houston Rockets se decantara por Hakeem Olajuwon, una apuesta que el nigeriano le devolvió con creces a la franquicia tejana al conquistar dos anillos de campeón en 1994 y 1995.

Sin embargo, nadie entendió por qué los Portland Trail Blazers, que debía seleccionar en segunda posición, lo dejaron escapar, eligiendo a Sam Bowie en su pick, otro pívot que estaba llamado a dominar la pintura. El equipo de Oregón justificó una decisión tan controvertida porque en la posición de escolta ya contaba con uno de los mejores jugadores de la NBA, Clyde Drexler.

Sin embargo, a pesar de que Drexler también ha sido considerado como uno de los mejores jugadores de la historia en su posición, el paso de los años ha demostrado que la decisión de los Blazers no fue acertada. Es, sin duda, una de las peores decisiones en la historia de la NBA,​ debido a la progresión que tuvo Jordan y a la sucesión de lesiones que sufrió Bowie.

Por supuesto, en el número 3, Chicago Bulls no dejó pasar la oportunidad y escogió al que después sería su mito eterno, lo que cambió el rumbo de la franquicia para siempre, y no solo a nivel deportivo, sino, y quizá de forma mucho más significativa, a nivel financiero, empresarial y de marketing.

La negativa de Converse y Adidas a fichar a Jordan

Poco después de aterrizar en la NBA, Jordan era una promesa que ya había encandilado al público de Chicago. Sin embargo, no ocurría lo mismo con las marcas deportivas. A pesar del deseo del propio Jordan de formar parte de Converse, tal y como habían hecho antes jugadores de la talla de Larry Bird y Magic Johnson, nunca recibió ninguna llamada de esta firma.

En aquel momento, Nike era una nueva empresa emergente con sede en Portland, especializada en ropa de atletismo, que ni siquiera era la segunda opción de Jordan. Él veía con buenos ojos ligarse a Adidas, pero los directivos de la compañía alemana le dijeron que no atravesaba por un buen momento económico para vender las zapatillas con las características que él necesitaba.

Jordan estaba decepcionado y, en esas circunstancias, su madre le obligó a escuchar la propuesta de Nike. David Falk, agente de Jordan entre 1994 y 2003, propuso a la firma americana que diseñara una submarca llamada Air Jordan. Nike aceptó, y le ofreció un contrato por cinco años a razón de 500.000 dólares anuales, casi cinco veces más que lo ofrecido a cualquier otra estrella de la NBA en aquel momento.

El resto es historia. Durante el primer año de la comercialización de sus icónicas zapatillas, Nike facturó 126 millones de dólares solo con las Air Jordan, muy por encima de las previsiones de la compañía, que esperaba quedarse en tres millones de dólares en cuatro años, y acabaron siendo las zapatillas más vendidas de la historia. Como curiosidad, en una reciente subasta, unas de las primeras zapatillas Air Jordan de 1985 se vendieron en mayo al histórico precio de 560.000 dólares (unos 517.000 euros).

Jordan como propietario: una carrera llena de fracasos

Después de retirarse, Jordan siguió vinculado al baloncesto como ejecutivo de varias franquicias de NBA: Washington Wizards entre 2000 y 2001 y Charlotte Bobcats entre 2006 y 2012. Y se puede decir que su balance en este ámbito ha sido decepcionante y repleto de fracasos en lo deportivo, con una marca en temporada regular de 204-354, sin una sola victoria en playoffs.

Durante sus dos etapas al frente de estas franquicias, sus fichajes fueron bastante desafortunados. Sin ir más lejos, cuando tuvo la oportunidad de elegir en las primeras posiciones del draft, sus decisiones fueron desafortunadas. Kwane Brown en el número 1 de 2001 (ese año se eligió, entre otros, a Pau Gasol), Adam Morrison en 2006 o Michael Kidd-Gilchrist en 2012 fueron algunas de ellas. Ninguno de ellos llegó a acercarse a la ‘nobleza’ de la NBA.

Estas experiencias tan negativas han proyectado sobrel Jordan la imagen de un mal empresario que ha seguido viviendo de sus éxitos deportivos como jugador. Porque incluso el que para muchos es el mejor deportista de todos los tiempos también ha vivido fiascos empresariales que han marcado un antes y un después en el negocio deportivo.

Imágenes | Unsplash.com\Mike Von, Unsplash.com\Carl Barcelo, Unsplash.com\Taylor Smith

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