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‘Commuting’: ¿cuántas horas semanales tardas en llegar a tu trabajo?

A la hora de analizar un futuro puesto de trabajo, un parámetro clave, además del salario, el horario, las funciones o la cultura empresarial, es el commuting o distancia temporal hacia y desde el trabajo. En España, en 2019 el tiempo de desplazamiento rondaba los 25 minutos, justo la media de la UE-27 (incluyendo Reino Unido), aunque la COVID-19 ha cambiado mucho el panorama.

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El lento camino hacia la conciliación entre el horario escolar y laboral

¿Por qué analizar el commuting a la hora de elegir trabajo?

En España, la jornada laboral diaria suele ser de unas ocho horas en la modalidad de trabajo a jornada completa. Esto significa que, sumando el descanso de la comida cuando la jornada no es continua, se está en el centro laboral unas nueve horas.

Si a esto se suma la, aproximadamente, media hora de ida y otra media hora de vuelta al puesto de trabajo, la cifra total llega a casi 10 horas empleadas por trabajo al día, aunque ‘solo’ ocho de ellas sean productivas y estén respaldadas por un contrato laboral. Es bastante más que la mitad del tiempo que se pasa estando despiertos.

En empleos de jornada partida, o con contratos de menos de 40 horas semanales, el peso que tienen los desplazamientos al y desde el trabajo aumenta de forma notable. No es lo mismo repercutir los 50 minutos de ida y vuelta en ocho horas (10% del tiempo ‘de trabajo’ dedicado a moverse) a hacerlo en una jornada de cinco (16%) o en una de ocho pero con cuatro viajes diarios (20%).

Esta ocupación horaria afecta a la conciliación familiar, pero también al resto de actividades que se pueden mantener durante el tiempo de ocio. Existen trabajos cuyo commuting impedirá estudiar una vez finalizada la jornada laboral, por ejemplo, y esto tiene un impacto importante a largo plazo que merece la pena considerar. Como no poder acceder a mejores puestos laborales.

Así es el tiempo de desplazamiento en España y Europa

La media de commuting en España ronda los 25 minutos de ida, más otros 25 minutos de vuelta, según el Eurostat. Esto supone un gasto de al menos cuatro horas semanales por persona. Para jornadas partidas, de al menos ocho. Sin embargo, este reparto sigue una distribución no homogénea.

Para empezar, el 2,58% de los españoles (estas cifras son anteriores a la COVID-19) no gastan ningún tiempo de tránsito laboral. Teletrabajan en casa e invierten cero minutos en el desplazamiento diario o semanal. La media de la EU-27 en este punto es del 4,3% de la población.

Volviendo a España, aproximadamente el 63,8% de la población activa necesita menos de 30 minutos para llegar al trabajo, el 23,5% invierte entre 30 y 60 minutos y el 10% requiere más de una hora. Las cifras europeas son similares, con porcentajes del 61,3%, 26,3% y 8,1%, respectivamente.

¿Por qué necesitamos tanto tiempo para ir al trabajo?

Aunque el teletrabajo haya aumentado durante la pandemia, y aunque los trabajos de oficinas lleven años en crecimiento continuo, lo cierto es que el grueso de la población no trabaja en casa. Se desplaza a sus lugares de trabajo de cara al público (restauración, comercios, servicios), industriales (fábricas, logística) o de oficina. Y además lo hace a horas muy concretas.

Estas ‘horas pico’ tienden a saturar tanto el transporte público como las carreteras y autopistas, y son en parte responsables de que haya tapones que limitan el movimiento. De hecho, es en lugares con mucha población, como Madrid o Barcelona, donde se experimentan más retenciones por las mañanas y tardes, en parte por la movilidad interurbana.

Curiosamente, ampliar el número de carriles no solo no evita los atascos, sino que tiende a incrementar tanto su duración como su frecuencia de aparición. Todos los estudios realizados al respecto en cualquier país arrojan el mismo resultado: hacer más carreteras deriva en más retenciones y contaminación. De modo que esta no es una solución para reducir el commuting.

No ocurre así con el transporte público colectivo (autobús, metro) o los carriles bici urbanos. Cuanto más se construye, más se usa. Sin embargo, muchos de estos servicios tienden a diseñarse para picos de capacidad, cuando durante el grueso del tiempo los servicios se encuentran infrautilizados o con frecuencias bajas debido a que las altas se concentran en horas punta.

¿Se puede reducir el commuting?

Existen muchas formas, no todas válidas para todos los trabajadores o empresas, de rebajar de forma considerable el tiempo de trayecto al trabajo. Ubicar la sede en una ciudad caminable al estilo del ‘París de 15 minutos’ quizá sea una posibilidad para algunas compañías. Y mudarse junto a la sede de la empresa quizá lo sea para algunos trabajadores. Sin embargo, la mayoría necesita otras soluciones.

Facilitar el teletrabajo de aquellos empleados cuyas funciones puedan desempeñarse desde casa ya es algo viable. Bien sea durante toda la semana o un par de días al mes, esto aliviará parte del tráfico existente y, además, el trabajador necesitará cero minutos de cara a la estadística de movilidad.

Otra opción de cara a reducir el tráfico en momentos puntuales es establecer una política de acceso escalonado o una jornada flexible. Estas no solo facilitan la conciliación familiar, sino que evitan embotellamientos en las ciudades en horas clave, especialmente en vías de circunvalación y accesos, muy usados para cambiar de municipio.

Las empresas juegan un papel importante no solo en la satisfacción de sus empleados, sino en el aumento de la calidad de vida de personas cercanas. Así, empresas que incluyan como beneficio social el pago del abono transporte facilitarán el uso del transporte público colectivo a sus empleados, un beneficio social que, además, mejorará el tráfico de la ciudad.

Imágenes |iStock/Wachiwit, iStock/aerogondo, iStock/monkeybusinessimages

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