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Empresa

¿Podemos construir el trabajo perfecto? Bienvenidos al ‘job crafting’

Diseñar el trabajo a medida de cada empelado es posible. Estar abierto a las necesidades y motivaciones de cada trabajador puede tener consecuencias muy positivas en la empresa. Además, claro, de aumentar la satisfacción de los empleados. Motivación y compromiso van de la mano en el job crafting, una técnica que promete crear el trabajo perfecto para capturar el talento a la fuga.

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Todo empieza por retener el talento

El mercado laboral está cambiando. Esta afirmación ya no le pilla a nadie por sorpresa. Está cambiando desde el punto de vista de las empresas y su gestión de la plantilla, y también desde el punto de vista del trabajador, que se imagina su carrera y su vida más allá de las fronteras de una única compañía y es cada vez más consciente de su propio valor.

La gestión y la retención del talento son dos de los términos de moda. La realidad es que las empresas necesitan trabajar con aquellos que aporten más valor, sean empleados o agentes externos, como freelances. Y conseguir que este talento esté comprometido con la empresa tiene sus complicaciones. ¿Es una cuestión de sueldo y de recompensas? El dinero es importante, es cierto, pero cada vez más estudios señalan que, a partir de ciertos niveles, entran en juego otros valores.

Las empresas tienen que ser conscientes de que reforzar el compromiso de los empleados, el engagement, reforzará su rendimiento. Así de directa es la principal conclusión del estudio Análisis del engagement en el trabajo, publicado por RedEmprendia en 2015. ¿Y cómo se retiene el talento y se refuerza el compromiso?

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Hola, job crafting

Según el informe de RedEmprendia, existen cuatro aspectos clave para que el trabajador se sienta más comprometido con su empresa. El primer paso tiene que ver con el trabajo en sí mismo y es aquí donde sale a relucir el job crafting.

  1. Las características de la tarea. Es el primer factor que construye la percepción del trabajador sobre su propio papel en la empresa. Aquí es donde la compañía puede plantearse consensuar con los empleados la construcción de su puesto de trabajo. Este job crafting consiste en modificar las tareas del empleado para que su puesto de trabajo se convierta en su empleo soñado. A veces, los cambios son más sutiles de lo que pudiese parecer.
  2. La importancia de los valores. Asegurarse de que los empleados comparten los valores de la empresa es otro paso importante para reforzar el compromiso. Esto se consigue desde el proceso de contratación y mediante actividades de socialización.
  3. Formación, promoción y colaboración. Los mandos intermedios deben asumir su papel transformador, su influencia en la relación empresa-empleado. Deben detectar las necesidades de formación y promoción de cada empleado y fomentar los entornos colaborativos.
  4. El respaldo de la empresa. Factores como la equidad (no solo salarial) o el apoyo a las necesidades individuales de cada empleado también contribuye a reforzar el engagement.

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¿Es posible construir el trabajo perfecto?

Volvamos al job crafting. El concepto no es precisamente nuevo, aunque muchas compañías empiecen a tomarlo en serio ahora. La idea fue presentada en 2001 por Amy Wrzesniewski, entonces profesora asociada en la Universidad de Nueva York. Así era entonces la propuesta de la hoy profesora de Comportamiento Organizacional en la Yale School of Management y una de las personas más influyentes en el campo de la innovación en recursos humanos y organización empresarial.

“Proponemos que los empleados modifiquen sus puestos de trabajo, cambiando las tareas y las relaciones con otros empleados. […] Estas nuevas configuraciones cambiarán el diseño y el ambiente laboral, pero, a cambio, modificarán el significado del puesto de trabajo y el compromiso del empleado”.

A partir de esta primera definición, los llamados investigadores organizacionales han ido diseñando la metodología del job crafting. La idea es poder adecuar las habilidades, conocimientos, intereses y preferencias de cada empleado a las demandas de su puesto. Abandonar las descripciones rígidas de las funciones de cada empleo para apostar por aquellas disciplinas en las que la persona se mejor y se siente más motivada.

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¿Cómo hacemos job crafting?

En un artículo más reciente publicado en Harvard Business Review, Amy Wrzesniewski daba las claves para redefinir nuestro puesto de trabajo. Todo empieza por una reflexión por parte del empleado alrededor de tres aspectos centrales:

  • Las tareas. ¿Te desenvuelves mejor con muchas o pocas tareas? ¿Te gustaría planearlas más o actuar de forma más improvisada? ¿Qué cambiarías de la forma en que se llevan a cabo?
  • Las relaciones. ¿Cómo conectas con tu jefe o, si eres jefe, cómo conectas con los trabajadores? ¿Cómo valoras el nivel de independencia actual? ¿Necesitas más o menos trabajo en equipo?
  • La percepción. Todo tiene partes más tediosas y partes que nos motivan. Cómo decidimos percibir cada tarea o dónde queremos enfocar nuestra energía es nuestra decisión.

Una vez se haya reflexionado sobre estos aspectos, se hace un listado con las tareas asociadas al puesto de trabajo. Después, el empleado debe tener claras sus motivaciones y sus puntos fuertes y pasiones e ir asignando dichas tareas a cada una de ellas. Dependiendo del trabajo, esta lista se puede cruzar con otra en la que se especifique la dedicación, el esfuerzo y la concentración que requiere cada tarea.

Así, en función de las tareas que mejor encajen con nuestro perfil y las que más nos motiven, podremos pasar a la acción y empezar a rediseñar nuestro trabajo. La tarea es compleja y al final no nos espera el trabajo perfecto, sino uno que se adapte un poco mejor a nuestro perfil y a nuestras necesidades. Uno en el que nos sintamos un poco más realizados.

“No todo en el job crafting es beneficioso. Puede llegar a ser estresante si no tenemos en cuenta los objetivos marcados desde arriba”, concluye Wrzesniewski. “Es importante mantenerse abierto y receptivo durante el proceso. Nuestro jefe puede ayudarnos a identificar otras oportunidades que no habíamos identificado o a redistribuir las tareas. Al fin y al cabo, lo que un empleado odia puede ser el trabajo favorito de otro”.

Por Juan F. Samaniego

Imágenes | iStock

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