mas de 25 años en la misma empresa

Empresa, General

Llevo más de 25 años trabajando en la misma empresa, ¿y qué? Entrevistamos a siete empleados senior

El mundo laboral actual se parece cada vez más al americano de hace unas décadas: se trabaja por proyecto, cambiando de empresa cada pocos años y en sectores más permeables a los freelance y al teletrabajo que a puestos asalariados de larga duración. Al menos entre la población más joven y las nuevas incorporaciones.

Por eso, es cada vez más raro localizar a alguien que lleve muchas décadas trabajando en la misma empresa. Hemos salido a preguntar y localizado a siete trabajadores que llevan más de 25 años en su actual empresa para que nos den su visión del mundo empresarial.

Una breve presentación de nuestros senior

Natalia Nieto, con 50 años, se dedica a la banca en la misma empresa desde hace 26 años. Rafael Rodríguez, de 60, también, con más de 43 años en una empresa de más de 180.000 empleados por todo el mundo.

En áreas de gestión se encuentran Esteban Escudero (61 años), dedicado desde hace más de tres décadas al Ayuntamiento de Madrid, y Paco Pérez (62 años) como administrativo de una empresa de construcción de 130 trabajadores a lo largo de los últimos 47 años. Nuestro récord.

En educación, como maestra, se encuentra Julia Jiménez, de 63 años y con tres décadas en la misma empresa.

También tenemos empleados en fábricas. Joel Calata (México, 51 años) lleva «27 años en una empresa que se dedica a la fabricación de piezas metálicas para vehículos de carga pesada».

Mónica Guridi, de 50 años, confirma que lleva los últimos 28 años trabajando en la misma empresa, «aunque esta ha pasado por distintos dueños», una pequeña editorial dedicada a publicaciones profesionales TIC que cuenta con 16 trabajadores.

Es un buen abanico a los que preguntar.

¿Son los trabajadores mayores una norma o una excepción?

Aunque siete trabajadores es poco como para hacer una estadística, se da el patrón de que los puestos fijos están cubiertos, y son los temporales por proyecto los que rotan con gente joven.

Paco nos comenta que «una tercera parte lleva más de 25 años trabajando, el resto suelen ser trabajadores eventuales por obra contratada», y Julia confirma que de 70 empleados entre 20 y 30 llevan más de 25 años.

Llama la atención la orientación a cliente de algunos de los entrevistados. «Somos muchos trabajadores mayores los que estamos a punto de la jubilación», comentan Natalia y Esteban, y este último matiza que son incluso «demasiados» como para dar un buen servicio a los clientes. ¿Es la edad un factor clave de empleabilidad?

Los jóvenes están preparados para coger el relevo

Casi los siete responden con unanimidad a si están o no preparados los jóvenes. Natalia nos comenta que la siguiente generación «está preparada», aunque siempre es necesario un periodo de adaptación. «Evidentemente necesitan curtirse, como todo el mundo. Cuando llegas a una empresa, por muchas carreras que tengas, nadie está realmente preparado. Nos ha pasado a todos, vas aprendiendo con el tiempo».

También en banca, Rafael Rodríguez admite que «la cualificación académica es muy superior a la que se necesitaba hace años, dada la complejidad y competencia actual del mundo financiero», y Julia añade que los jóvenes no solo vienen preparados con títulos, sino también con muchas ganas de trabajar.

En fábrica, Joel tiene un pensamiento similar, ya que «el personal nuevo llega con capacitación para operar maquinaria e integrarse en el área de producción, pero muchos de ellos consideran esta actividad como monótona y aburrida, y optan por buscar otra oportunidad de empleo (aunque no estén tan bien remuneradas)».

¿Cambian los senior de puesto con los años o se especializan? ¿Es esto bueno?

A menudo es frecuente que los trabajadores de más edad ocupen puestos de responsabilidad cada vez mayores, como comenta Paco Pérez (administración), y parece que es la norma. Joel Calata (fabricación) también ha ido ascendiendo con las décadas, de obrero en producción a supervisor, aunque con funciones no demasiado diferentes.

Rafael Rodríguez (banca) nos matiza que «ahora los puestos son multifuncionales» y que cambiar de puesto y función cada cinco o seis años ha sido algo favorable que le ha dado «una visión global bastante alta».

Sin embargo, otros optan por estabilizarse en un puesto específico y seguir aprendiendo en él. Mónica Guridi (editorial), Natalia Nieto (banca) y Esteban Escudero (Administración, con mayúscula) han mantenido sus puestos de entrada, aunque Esteban confirma que ha trabajado en «diferentes brigadas e investigaciones». Los motivos, muy diversos.

Joel considera una ventaja trabajar en la misma área durante décadas, dado que las habilidades específicas se ganan con el tiempo. Natalia admite que su enclave fijo fue voluntad propia, ya que cuando ha tenido oportunidades no le han interesado tanto como mantenerse en su función.

Mónica va más allá, y señala circunstancias personales y tiempos difíciles que han ayudado a los trabajadores a no cambiar de puestos, pero a asumir más funciones y a aprender diferentes técnicas de trabajo, muy en la línea de lo que comentaba Rafael.

La edad, ¿nos ata a un puesto de trabajo, a un sector, a una empresa?

La edad parece un factor clave a la hora de mantenerse o no en un puesto concreto. Cuatro de nuestros entrevistados señalaron su edad (recordamos, entre 50 y 63 años) como un motivo para no abandonar su puesto de trabajo, y dos de ellos también (pero aludiendo a la pronta jubilación).

Nos ha sorprendido la cantidad de veces que la palabra jubilación se ha repetido en esta entrevista múltiple. Claro, que es normal después de toda una vida trabajando, y estando a pocos años de ella, no pensar en retirarnos y en un merecido descanso.

Otros factores para conservar el puesto han sido la falta de mercado laboral para distintas capacidades o las prestaciones laborales conseguidas a lo largo de las décadas (difíciles de igualar). Pero también hay otros vocacionales y más personales.

Joel admite que la fábrica se encuentra muy cerca de su domicilio, algo importante para él, así como la importancia y caché profesional del enclave; mientras que Natalia señala un buen sueldo y un buen horario. Paco se siente tan afortunado con la armonía y buen clima laboral de su empresa que ni se plantea irse. Julia pone por delante la «ilusión y las ganas de enseñar» que la hicieron entrar en educación, y Rafael habla del «prestigio de estar en una empresa de primer nivel con la que hacer carrera».

«Las jerarquías, los vicios heredados o la imposibilidad de un mayor movimiento y flexibilidad», comenta Mónica, son factores que pesan en contra de la empresa, y Paco admite que «siempre se encontrará algo que se pueda cambiar», como «la presión a la que se está sometido para cumplir los objetivos» que nos señala Rafael. Sin embargo, ninguno se plantea salir de su actual empresa.

La revolución digital, ¿ha llegado a las empresas? ¿Cómo la afrontan las personas de más edad?

En líneas generales, división entre optimismo por aprender y pesimismo por la presión del mercado. Natalia y Rafael, ambos en banca, confirman que han vivido más de una transformación, la última la digital, y que eso siempre se convierte en un aumento de las exigencias de su puesto laboral.

Natalia matiza que «la presión a la hora de implantar las nuevas tecnologías» es excesiva, y que debería hacerse de un modo más escalonado. «Hay demasiada presión para asumir la era tecnológica».

adaptación al mundo digital de las personas mayores

Esteban se define como «viejuno» y admite que le cuesta más que al resto «todo el tema de la informática». «Ahora muchos informes y demás son digitales y cuesta más para alguien de mi edad ponerme al día», continúa, aunque «falta muchísimo por hacer». En la escuela de Julia, la digitalización ha venido por parte de pizarras digitales, tablets y ordenadores en cada clase.

Mónica, en editorial, dice que se han sustituido recursos humanos por herramientas digitales, y que ha sido eso lo que «nos han permitido adaptarnos y sobrevivir en este duro entorno cada vez más competitivo».

A nivel de fabricación, Joel es optimista, y señala la mejora en la seguridad que ha traído la digitalización de la planta. Saber de «reportes y fallas de manera instantánea a través de computadoras y trabajos automatizados fueron la incorporación [digital] a mi puesto de trabajo», así como la «digitalización de archivos» que ha ayudado mucho en la gestión.

En lo personal, ¿cómo se ve en el entorno doméstico el mantenerse en la misma empresa?

«Con normalidad», admiten Esteban y Julia, y el resto confirman que para su edad es lo normal. Antes los puestos laborales duraban más, y ellos son «de antes», de una generación en la que lo suyo es que hicieses carrera en una compañía y te jubilases en ella.

Tanto Natalia como Joel comentan que su familia supuso un apoyo para conservar el trabajo, mientras que Paco y Rafael no le dan importancia. «Mi trabajo nunca ha generado tensiones familiares importantes como para replantearse el cambio de empresa», comenta este último.

Para cerrar la entrevista les hemos preguntado si ven a sus hijos trabajando en una empresa durante décadas, y la respuesta generalizada ha sido que no. El mercado laboral está cambiando, como abríamos el artículo, pero también está cambiando la mentalidad de los jóvenes trabajadores.

Esteban afirma que «son mucho más inquietos y ellos mismos no se quedan mucho en el mismo puesto…» y Rafael que «los tiempos actuales requieren cambio continuo».

Marcos Martínez

Imágenes | iStock/seb_ra, iStock/SIphotography

 

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