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En qué consiste el cargo de CEO

Chief Executive Officer, o director general en español, parece poco más que otro anglicismo sin fuste destinado a dar un aire más sofisticado a algún cargo sobradamente denominado en español. Pero si acudimos a su acrónimo en la lengua de Shakespeare y Milton, CEO, el término se transforma mágicamente en una palabra familiar de uso diario, naturalmente integrada en nuestro vocabulario laboral. Nos falta, sin embargo, lo más importante: ¿qué hace exactamente un CEO?

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Qué es un CEO

Estas siglas proyectan la sombra del ‘jefe’, el estereotipo del patrón que vigila a la plantilla desde un despacho acristalado. Pero las etiquetas y los clichés rara vez dan en el clavo, y la figura del CEO no es equiparable a la de un director al uso.

Desde luego que se trata de un cargo que concede poder, pero sobre todo exige liderazgo, un don con cuya semilla se nace, pero hay que regar y abonar todos los días. Ese poder con que se le inviste asumirá formas y atribuciones muy diferentes según las características organizativas de la compañía, aunque siempre con un denominador común: la responsabilidad que descansa sobre los hombros del elegido. Un peso que le abrumará si las cualidades de líder no le distinguen.

Esas cualidades son las que tienen que hacer confluir los intereses, primero, y las voluntades, después, de accionistas, trabajadores, clientes, proveedores, matriz y subsidiarias, de forma que todos remen de forma coordinada y en la misma dirección.

El CEO, también llamado consejero delegado en español, dirige y ejecuta, pero es la última parte de su título la verdaderamente determinante. En la mayoría de las áreas técnicas, la dirección puede ser delegada en otros -incluso es deseable que así sea-; sin embargo, la jefatura implica remar en proa marcando el ritmo de la piragua, no sentarse en popa vigilando que los demás suden.

Responsabilidades y funciones de un CEO

Director de directores

Antes que nada, hay que marcar en amarillo una premisa: la persona en quien recae el cargo de CEO no tiene por qué ser el máximo accionista de la empresa. Tampoco ha de ser coincidente con la cúspide de la gobernanza corporativa: el CEO puede ser presidente o puede no serlo. El CEO es el ejecutivo alfa de la compañía, aquel ante el que responden todos los demás. 

Aclaremos, pues, lo que es un ejecutivo, término tan manoseado como desconocido: se trata de una persona con un alto poder en las decisiones organizativas dentro de una o varias áreas de una empresa o entidad, con autoridad para dirigir equipos.

El CEO ejerce de jefe de ejecutivos, luego de él depende, en gran parte, la trayectoria general de la entidad dentro de su sector. Esto no tiene que ver, insistimos, con la propiedad de la compañía. Un CEO puede ser socio capitalista de su propia empresa o trabajar por un sueldo (muy alto) en el proyecto de otro, después de haber superado un proceso de selección como otros compañeros. En el segundo caso, sus decisiones estarán supeditadas a la junta de accionistas o al organismo de gobernanza corporativo.

Tareas

Son muchas, muy variadas y de muy alto perfil. Exigen unas skills y capacidades muy concretas y desarrolladas, de las que hablaremos con más profundidad. Simplificando, podríamos decir que la responsabilidad de este puesto se encauza a través de cuatro vertientes: 

  • Comunicación (y entendimiento) con los inversores: el CEO siempre va a estar en la agenda de los propietarios de la empresa. Su trabajo será supervisado por ellos de forma directa, y recurrirán a él continuamente en busca de asesoramiento, asistencia en la gestación de proyectos e información sobre la plantilla y el rumbo comercial de la firma.
  • Desarrollo de estrategias: el delineamiento de la hoja de ruta de la compañía tiene en el CEO a su arquitecto. Para ello, se responsabilizará de la formación de equipos específicos con el resto de cargos ejecutivos, así como de su supervisión.
  • Identificación de objetivos: concretará las metas de la empresa en un período determinado, en conjunto con el aparato gubernativo de la organización. Concluidos los plazos, el mérito del éxito o el peso del fracaso llevarán su nombre.
  • Representación de la compañía: no solo ante los accionistas, sino ante el público y la competencia.

En el día a día, estos desempeños se traducen en tres cosas: reuniones, reuniones y más reuniones. Con el departamento de I+D+i, Recursos Humanos, la junta de accionistas, Marketing, gabinetes de crisis varios, asociaciones sectoriales, directores de fundación… 

Lo que hay que tener

Como en cualquier cargo directivo, las actitudes (soft skills) son tan importantes o más que las aptitudes (hard skills):

  • Creatividad: hay que saber mandar a las tropas, pero también moverlas en el tablero del mercado. Las ideas y su correcta transmisión y desarrollo son cuarto y mitad del buen CEO.
  • Empatía: en estos tiempos de cambio generacional, los equipos estarán formados por jóvenes disruptivos, ‘cincuentones’ luchando por actualizarse, madres, profetas de la digitalización… todos con sus potencialidades y problemas. Alejandro Magno podía llamar a cada uno de sus soldados por su nombre, y el CEO tiene que ser capaz de ponerse en sus zapatos.
  • Olfato para el talento: un Chief Executive Officer es tan bueno como los equipos que forma y lidera; y tan eficiente como los cargos en los que delega.
  • Liderazgo. Un líder no amenaza con consecuencias, sino que predica con el ejemplo; no se encoge de hombros, sino que ofrece su mano; no se pone el primero en la foto, sino que hace brillar a su equipo.

Este compendio de virtudes, como tantas otras cosas, es ahora más valorado que nunca tras el cambio de paradigma catalizado por la COVID-19. Estudios como este reflejan que algo se mueve en la idiosincrasia de los CEO: el liderazgo, la flexibilidad, la solidaridad y la cercanía cotizan más alto que en los tiempos prepandemia. Jeff Bezos, CEO y fundador de Amazon, ha reconocido que recurrió al coaching para dejar atrás los rasgos más retrógrados de su jefatura y ser más tolerante.

El informe, en el que participaron más de un millar de directores ejecutivos, muestra también un renovado interés por la faceta integradora del liderazgo, aspecto en el que aún hay un amplio margen de mejora: en España, el porcentaje de mujeres en cargos de alta dirección apenas llega al 20 %, y apenas hay un 6,8 % de mujeres CEO.

Los otros jefes ejecutivos: estrategas con mando en plaza

Los cargos de responsabilidad que aparecen más abajo en el organigrama de la empresa son las patas de la mesa del Chief Executive Officer. Concluiremos mencionando algunos de ellos:

  • Chief Financial Officer (CFO): el máximo responsable de la estrategia y organización financiera y económica.
  • Chief Information Security Officer (CISO): sus atribuciones le otorgan la máxima competencia ejecutiva en materia de seguridad de la información corporativa y los datos sensibles de la compañía.
  • Chief Information Officer (CIO): se encarga de planificar la implementación de las tecnologías de la información en los procesos internos.
  • Chief Technology Officer (CTO): máxima autoridad en todo lo que se refiere al funcionamiento de las herramientas tecnológicas en las operaciones de la empresa. A veces también asume las funciones del CIO.
  • Chief Communications Officer (CCO): gestiona las relaciones con los medios de comunicación y es responsable de la reputación de la marca y la estrategia de marketing.

Por José Sánchez Mendoza

Imágenes | Shutterstock/ pathog  y fizkes

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